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    Juan Gallardo Ruiz


  • Revalorando los chiles de nuestra tierra. Entrevista con don Erasmo Montiel Pascual, nahua de la Huasteca meridional, Veracruz,

    Araceli Aguilar Meléndez, Crescencio Hernández Osorio


  • Chikomexóchitl nació del vientre...

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  • De trabajador temporal a migrante definitivo: el testimonio de Esteban García Hermosillo

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Xarhatakuarhikuarhu: el sentir, el decir y el hacer de los artistas visuales de Cherán, frente a situaciones de cambio social

Juan Gallardo Ruiz
Centro INAH Michoacán
sikuame@hotmail.com

Fecha de recepción: 15 de junio de 2020
Fecha de aprobación: 22 de septiembre de 2020

Xarhatakuarhikuarh es el lema bajo el cual labora el así denominado Colectivo Cherani de artistas visuales, originario del pueblo p’urhépecha de Cherán, Michoacán. A decir del Colectivo, dicho lema alude a: “estar presente o hacerse presente”, refiriéndose con ello a una particular aptitud de sentir externado tanto en el hacer como en el decir algo por medio del trabajo artístico, mismo que se encamina a la visibilización y cuestionamiento de diversas problemáticas de carácter social, político y moral, que dan cuenta de un entorno amenazante allende a las fronteras indígenas, entorno ajeno y caótico cuya influencia suscita dilemas inherentes al ser joven viviendo situaciones de incertidumbre concomitantes a dicho entorno no indígena: se trata de aquellas problemáticas, situaciones y acontecimientos locales que, a partir de 2011, colocaron el nombre de Cherán en la mente y opinión de diversos sectores sociales nacionales y del extranjero. Sobre este hecho denominado como “el movimiento”, y su impacto en el Colectivo, un integrante de este último comenta:

En el tiempo que duró el “movimiento”, Cherán k’eri fue visitado por un gran número de observadores, luchadores sociales, promotores culturales, ecologistas, asociaciones civiles, periodistas y reporteros que documentaban el proceso de cambio, dándolo a conocer a nivel nacional e internacional; desde entonces Cherán k’eri es motivo de ejemplo y observación para otras comunidades de otras latitudes... El “movimiento”, además de incentivar a la población para organizarse para la defensa del pueblo y del territorio, produjo efectos positivos como el reencuentro entre vecinos, el reconocimiento del entorno ecológico, la recuperación de la conciencia histórica, étnica e, incluso, cosmogónica... Esta toma de conciencia comunal nos hizo pensar sobre nuestro papel de jóvenes y lo que pudiéramos representar para el pueblo; también produjo un cambio en las propuestas plásticas de los que hacemos arte; si bien los temas tratados antes del “movimiento” ya tenían como base las raíces de la comunidad de Cherán y la cultura p’urhépecha, la introspección nos obligó a investigar, conocer, interactuar a profundidad sobre estas raíces para que esto se refleje en los trabajos resultantes de nuestra producción artística.

Empero, dicho sentir, hacer y decir insertos en el “estar presente” o “hacerse presente”, no significa, en modo alguno, que el Colectivo exprese un mensaje negativo a través de su arte; esa característica de su entorno no matiza su trabajo, sino que es para ellos una motivación que, por un lado, les despierta una renovada perspectiva o visión optimista del mundo, de la naturaleza, de la vida y del trabajo; visión optimista que se expresa en las tradiciones y costumbres comunitarias y, por otro lado, los conmina a ellos, como Colectivo, a recuperar y reinventar, a modo de respuesta, una diversidad de expresiones religiosas y artísticas históricas o ancestrales que, en su continuo desarrollo, se han asentado nutriendo una vocación ritual y artística que incluye género y generación. A decir de uno de los integrantes:

Todo lo malo que originó y se expresó en el “movimiento” se tradujo en un cambio positivo de actitud de mayor o menor grado frente a la vida; menos individualismo, más trabajo en comunidad... en las artes visuales recuperamos diferentes actividades como la talla de máscaras y de figuras religiosas, de animales o de talla en madera de objetos de libre elaboración; el torneado de juguetes de madera como trompos, valeros, yoyos, pirinolas etcétera; el bordado y deshilado de servilletas, manteles, blusas, camisas; el pan con formas antropomorfas y zoomorfas; los ornamentos con flores y con papeles de colores; representamos el trabajo en el campo, las danzas, rituales de curación; fiestas familiares como las bodas y los bautizos, y también ceremonias tradicionales.

Según ellos dicen, tanto la vida cotidiana que está enmarcada en los ciclos agrícola y ritual y expresada en los usos y costumbres, así como las diversas expresiones artísticas de antaño, cuya vocación hoy se observa en expresiones como la escultura, la alfarería decorada, la música, el canto, la danza, el teatro y diversos géneros de artesanías, han sido los referentes innegables en los cuales los comuneros, en general, desarrollan desde su infancia un sentido tanto estético impregnado de aspectos relacionados con su entorno social y natural, así como un sentido de identidad y pertenencia comunal, étnica y cultural. Para el Colectivo, en particular, todo ello ha sido entonces la base referencial en la que se cimienta el ejercicio de sus expresiones plásticas, que, según señalan: “Van desde la pintura de caballete, al muralismo contemporáneo, el grafiti y el grabado, hasta la fotografía, el vídeo y la elaboración de diversos objetos-arte”. El Colectivo no niega que su arte también esté influenciada por estilos propios de artistas clásicos y modernos de renombre internacional; al respecto, uno de los integrantes señala: He tenido influencias sobre todo del expresionismo alemán, de la nueva figuración europea, así como de artistas como Rufino Tamayo y Jean-Michel Basquiat... he experimentado con varios estilos y con diferentes materiales y técnicas, pero sigo buscándome como artista, buscando mí propia ruta y evolucionar.

Si bien son cinco integrantes precursores del Colectivo Cherani a los cuales la comunidad identifica como “algunos a los que les gusta pintar”, y cuyo trabajo los ha llevado a diferentes partes del estado, del país y del extranjero donde han plasmado su obra, el Colectivo involucra a cualquier cantidad de integrantes, existiendo entre ellos un “trato de amigos”, una convivencia laboral sin jerarquías, pero en la cual se comparten responsabilidades acordes al proyecto que se esté realizando, incluyendo actividades enmarcadas en talleres organizados en espacios comunitarios, sean “al aire libre” como en la plaza del pueblo, o sean en la Casa de la Cultura local o en centros educativos de diferentes niveles. Respecto a esto, un integrante cofundador del Colectivo comenta lo siguiente:

El número base de este grupo es de cinco, por necesidad hubo que denominarlo de alguna manera, optando por el nombre de Cherani o Colectivo Cherani; con el tiempo se fueron acercando varios compañeros artistas y ahora en el Colectivo hay más involucrados... El Colectivo no tiene ningún documento normativo, se ha mantenido por la coincidencia en ciertos criterios: el respeto al trabajo, el desarrollo de proyectos artísticos individuales y colectivos, la conveniencia de no tener jerarquías, la responsabilidad de compartir tareas y materiales, la necesidad de producir a partir de la esencia de nuestras raíces, mostrar la realidad nuestra con sus vicios y virtudes...

Todos los integrantes del Colectivo son originarios de Cherán; desde pequeños se interesaron en unas u otras expresiones de las artes plásticas y, excepto uno de ellos, más tarde iniciaron una formación profesional en el campo de las llamadas Bellas Artes; a decir de este último artista, también cofundador del Colectivo y sin formación estrictamente profesional:

De niño viví un tiempo en la Ciudad de México, estando allá siempre me llamaron la atención las imágenes que observaba al recorrer la ciudad; me detenía a mirar las imágenes en los anuncios y en los espectaculares, también en las exposiciones en los museos cuando acudía para realizar tareas de la escuela... de manera autodidacta me formé como pintor y como artista visual, hasta que estudié la docencia y pude mantener mejor mi formación conjuntando las dos actividades; la docencia y el arte me han facilitado el acercamiento a los niños, jóvenes y docentes para motivarlos a conocer, desarrollar y hasta profesionalizarse como creadores de arte.

Los integrantes fundadores del Colectivo Cherani son: Betel Citlally Pañeda Cucué, Ariel Pañeda Macías, Francisco Huaroco Rosas, Giovanni Fabian Guerrero y Alain Silva Guardián.

Betel Citlally, desde pequeña, asistió a talleres y cursos de artes plásticas, y más tarde asistió a la Facultad Popular de Bellas Artes de Morelia, Michoacán, donde se formó profesionalmente. A decir de ella:

Mis inclinaciones particulares están en el dibujo y la pintura, y no he dejado de explorar diferentes posibilidades creativas, materiales y técnicas que las artes visuales aportan a mi producción artística; mi producción se expresa en pintura de caballete, dibujo, muralismo, escultura, fotografía y globos de cantoya.

En su obra, Betel da cuenta de las tradiciones y costumbres p’urhépechas, buscando que sus coterráneos se identifiquen a través de dicha obra y la sientan como propia; al respecto nos comenta lo siguiente:

He desarrollado e impartido diversos talleres a niños y jóvenes; ahí canalizo mis vivencias, sentimientos, experiencias, emociones y percepciones de lo que me rodea; pretendo ligar a los niños y jóvenes con mis propias vivencias y con nuestra tradición e identidad, utilizando un lenguaje plástico-visual; algunos de los que asisten a los talleres lo hacen de manera temporal, pero otros son más constantes y siguen desarrollando sus habilidades dentro de la comunidad de Cherán.

Ariel Pañeda es profesor de educación básica o “normalista”, como él dice; es licenciado en educación artística por el Instituto Michoacano de Ciencias de la Comunicación, y su formación como artista plástico la obtuvo y la obtiene al margen de la instrucción escolarizada. Como antes mencionamos, él cuenta que de pequeño y durante una estancia de ocho años viviendo en la Ciudad de México, en él llamaron la atención los anuncios y propaganda de espectaculares y las exposiciones de los museos a las que asistía como requerimiento de sus tareas escolares. Al independizarse económicamente y a la par de su ejercicio docente, dedicó tiempo para adquirir cierta formación como pintor y artista visual, lo que hizo de manera autodidacta. Aunque gusta de innovar, experimentar, trabajar y presentar su obra “por series”, no tiene empacho en retomar formas expresivas de la tradición p’urhépecha, así como expresar su arte en productos individuales; según comenta Ariel:

Trabajo por capas, superponiendo elementos unos sobre otros, tal como lo hacemos los p’urhépechas en nuestros pueblos y en ocasiones diferentes, cuando ornamentamos las artesanías, los altares, los espacios comunitarios y nuestros propios cuerpos en el caso de las formas de vestir de las mujeres que usan varias prendas, unas sobre otras.

Ariel agrega que cada uno de los componentes que conforman sus series tienen como característica distintiva la combinación de materiales, del color, de la forma, de los detalles. Su obra se expresa en pintura de caballete, muralismo, fotografía, globos de cantoya, escultura con diferentes materiales, y ha sido requerido para facilitar o crear imágenes para portadas de libros, artículos de revistas, folletos y carteles de eventos académicos; también ha publicado panfletos de carácter didáctico, cuyas imágenes aluden a la cosmovisión como tema central. Según nos dice Ariel: “Busco que mi trabajo cumpla una función de rescate y enseñanza de las raíces culturales p’urhépechas”.

Francisco Huaroco, o Huaroco, como se le conoce en el medio en el que se “mueve”, señala que desde pequeño se interesó en “lo que ahora hace”. Su formación profesional como artista la obtuvo en la Escuela Popular de Bellas Artes de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; ahí él fue integrante de la primera generación. Los temas que representa son de su propio entorno; entrañan la representación de figuras primitivas y naturalistas, personajes de su comunidad: amigos, familiares y otras personas cercanas a él, quienes poseen rasgos faciales y anatómicos singulares o fuera de los cánones clásicos de belleza. Huaroco gusta plasmar su obra en gran formato, como el muralismo y cuadros de tamaño mayor a los dos metros, aunque también produce pintura de caballete, incluyendo retratos; lo mismo hace uso de tecnologías encaminadas a la elaboración de bocetos o diseños primarios, como de sus propias manos a modo de pinceles o brochas. A decir de Huaroco: “Me considero como un artista inconforme; estimo que mi arte tiene una base intuitiva; me gusta replantear mi trabajo y por eso experimento constantemente con varios estilos, también uso utensilios y herramientas no comunes, y tampoco me conformo con expresar temas y figuras convencionales... evito recurrir a los clichés que tanto abundan en los retratos pictóricos”.

Giovanni Fabian, más conocido en su medio gremial como Tóxico, desde pequeño cultivó el gusto por el dibujo, la pintura y el grafiti; más tarde profesionalizó su trabajo en la Facultad Popular de Bellas Artes de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Se dedica de tiempo completo a la producción visual, y su obra artística se expresa en pintura de caballete, muralismo, escultura en madera y grafiti. Según comenta: “Las temáticas que me gusta representar se inscriben en los contrastes políticos, sociales y culturales; pongo particular énfasis en aspectos de la cosmovisión, en expresiones rituales, en la tradición oral, en símbolos y en elementos vinculados a nuestra identidad p’urhépecha”.

El trabajo de Tóxico, entonces, combina lo sensitivo y lo estético con lo político, lo antropológico y lo histórico.

Alain Silva se inició en la pintura al ingresar al Cedart: bachillerato de artes y humanidades; ahí también incursionó en el grabado. Posteriormente profesionalizó su trabajo en la Facultad Popular de Bellas Artes de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y, al mismo tiempo asumió la dirección de proyectos de difusión cultural, en los que promovió la formación y el trabajo de otros jóvenes artistas, así como el sentido de comunidad en los oficios de la creación visual. Según comenta: “mi principal formación es particularmente pictórica, con interés en el muralismo, el arte público, el grabado y el vídeo”. La creación de personajes de la vida cotidiana, de seres del imaginario, de habitaciones tradicionales llamadas trojes, de símbolos y conceptos referidos a objetos y prácticas de la tradición, son los temas recurrentes en su obra. Alain también es un artista inconforme con las convenciones referidas al deber ser del medio artístico y del artista promedio; a decir de Alain: “cada integrante del Colectivo, más que destinar nuestra obra hacia individuos o espacios privados, preferimos encaminarla hacia espacios públicos apelando a amplias concurrencias, pues no buscamos ser parte del elitismo que caracteriza a los espacios artísticos vinculados a la comercialización o a las instituciones”.

Congruente con esto, ha desarrollado, junto con sus compañeros, un importante trabajo de muralismo en espacios públicos y muros de casas ubicadas en municipios michoacanos y de otros estados.

 El Colectivo Cherani, desde 2015, inició un foro artístico anual que ha tenido un gran impacto en la región p’urhépecha; esto y otras actividades organizadas antes y después de iniciar el Foro, redundaron en la paulatina incorporación de más integrantes al Colectivo que, como antes mencionamos, estaba conformado por cinco integrantes fundadores. Este “número base”, como ellos dicen, no contempló redactar ningún documento escrito de carácter normativo, sino que sus trabajos se han dado y mantenido por la coincidencia de ciertos criterios que todos comparten por común acuerdo, tales como: a) el respeto al trabajo colectivo y al desarrollo de proyectos artísticos individuales; b) la conveniencia de no establecer ningún tipo de jerarquías y de compartir las responsabilidades; c) asumir la necesidad de plasmar la esencia de las raíces culturales, así como de mostrar, hacia dentro y hacia fuera de la comunidad, la ambivalente realidad de vicios y virtudes, d) compartir el trabajo de acuerdo con las posibilidades de cada uno de los integrantes, y e) propiciar el trabajo colaborativo con amigos artistas, legos e interesados de todas partes. Dichos criterios, comenta el Colectivo, tienen que ver con ciertos principios propios de “el costumbre” p’urhépecha, a saber, dicen ellos: “hacer lo que a cada cual le corresponde, mandar obedeciendo y enseñar con el ejemplo”.

Reconocer y acatar dichos principios y criterios como norma subyacente a su ejercicio artístico vinculado a la vida comunitaria, le permite al Colectivo Cherani sopesar y cuestionar aquello que perjudica a su comunidad y, en consecuencia, actuar al respecto y de forma diferente a como lo hacen los representantes comunales. Al respecto, Huaroco comenta que:

El actuar o hacerse presentes haciendo, diciendo y enseñando, ha demostrado que el cambio que se busca no se logra sólo con el discurso y la acción política, ni con la aplicación de sanciones que suelen llevar al señalamiento y exclusión... hemos visto que el trabajo artístico y su transmisión, por ser incluyente, amigable y propiciador de reunión, también es generador de cambios sociales positivos, en tanto que suscita en las nuevas generaciones una mentalidad abierta y cordial que conlleva el soñar, el crear, el convivir compartiendo, y hasta el volar.

Sea en talleres de artes plásticas, o en el involucramiento de los legos interesados en la realización de obras pictóricas plasmadas en paredes de casas habitación o en muros de centros escolares y de comercios, el Colectivo toma partido no sólo en el proceso de cambio en el que Cherán está inmerso, sino también en la recuperación de aspectos de “el costumbre” que se han visto socavados por la tendenciosa influencia que el exterior, por mucho tiempo, ha tenido en este y en otros pueblos p’urhépechas. En todo caso, el Colectivo recupera y reinventa añejos procesos de enseñanza-aprendizaje, al hacerlo con ciertos sistemas tradicionales de transmisión de conocimientos que, como antaño, hoy tienen lugar en espacios comunitarios donde la instrucción del bagaje cognitivo y técnico se transmite generacionalmente y de forma constructivista, en tanto que todos son maestros y aprendices; con ello reactivan interacciones y relaciones de comunicación que, como antaño, refuerzan sentidos de reciprocidad y de mutuo respeto que devienen en solidaridades perdurables.

El Colectivo Cherani se asume polifacético: como grupo de artistas visuales, como promotores culturales y como activistas sociales. A decir de Betel: “Desde antes de conformarnos como grupo, ya reuníamos a un importante número de personas, mujeres y hombres locales y foráneos de diferentes edades, escolaridades y ocupaciones; convocábamos y reuníamos a familias y autoridades, estudiantes, artistas y también a colectivos”.

Todos ellos, Colectivo Cherani y legos convocados, participan y han participado en las diferentes fases y actividades de los proyectos, desde los aspectos de diseño primario, organizativos, operativos y creativos, hasta el subsanar las necesidades económicas que todo lo anterior conlleva, pues no siempre han contado con el apoyo o patrocinio de la administración local.

Sobre la semilla y florecimiento de las artes visuales en Cherán, Ariel narra lo siguiente:

Todo inició en la década de 1980, cuando un joven cheranés de nombre Pánfilo Macías Rosas, se traslada a la ciudad de Uruapan, donde se inscribe a sendos talleres de dibujo, pintura y gráfica ofrecidos por la denominada Escuela Libre de Arte. Su obra artística ahí desarrollada habría de tener cierto impacto entre nuestros coterráneos de Cherán, pues hasta ese momento nadie del pueblo se había atrevido a instruirse y luego dedicarse formalmente a la profesión de pintor. Pánfilo impartió en Cherán los primeros cursos para niños y jóvenes. Posteriormente, en la década de 1990, otros jóvenes se trasladan a Morelia, donde ingresan a la licenciatura en Artes Visuales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. En ese tiempo se establece, en el recién creado Colegio de Bachilleres de Cherán, un taller de pintura como asignatura opcional para los estudiantes... Es así como se gesta un desarrollo artístico en el campo de las artes visuales; se imparten cursos tanto al interior de las diferentes escuelas del pueblo, así como fuera de ellas, dirigidos a toda la población; también crece el número de estudiantes universitarios enrolados en el aprendizaje formal de las artes visuales: pintura, gráfica, fotografía, diseño gráfico, video etcétera, y el aprendizaje autodidacta individual y colectivo también tiene lugar.

De forma individual y colectiva, los “artistas” de Cherán paulatinamente habrían de posicionar, fuera del pueblo, del estado y del país, algunas de sus diversas propuestas estéticas, mismas que mostraban elementos tanto de su entorno social y natural, así como de su cosmovisión: costumbres, oficios, vida ritual, tradición oral. Estos temas subyacentes a su obra artística, se habrían de desarrollar, entre otras cuestiones, a partir de situaciones coyunturales desprendidas del “movimiento” desplegado en Cherán. Giovanni, Tóxico, comenta al respecto que:

Durante diferentes periodos del tiempo en que tuvo lugar el “movimiento de Cherán”, que implicó un cese a las actividades laborales y escolares, y mientras algunos sectores se involucraban en asuntos políticos, de policía, de vigilancia en el monte y en las periferias del pueblo, y otros se ocupaban en organizar actividades en asuntos de tipo ambiental, actividades deportivas, artesanales y educativas, nosotros, como colectivo, organizábamos talleres de carácter cultural y artístico, mismos a los que no sólo asistía la población sino también cantidad de visitantes nacionales y extranjeros que con diferentes propósitos arribaban al pueblo, atraídos por los eventos político-sociales ampliamente divulgados por los medios de comunicación.

Tanto “el movimiento” propiamente político, como la participación comunitaria en determinadas labores, y el arribo de innumerables visitantes nacionales y extranjeros, influenció las propuestas plásticas del Colectivo y demás “artistas visuales” de Cherán. Si bien el arte de unos y de otros ya incluía temas concernientes a las raíces culturales p’urhépecha en general, y a las propias de Cherán en particular; a decir de Ariel: “‘El movimiento’, además de suscitarnos una renovada toma de conciencia étnica y comunitaria, nos conminó hacia un ejercicio de introspección que redundó en labores de investigación relativas a obtener un conocimiento más profundo de esas nuestras raíces culturales, y con ello reflejarlas, de forma más sentida, acertada o genuina, en nuestras obras”.

Luego de que en Cherán se establece la primera administración por usos y costumbres, representada en el denominado Consejo Mayor, el Colectivo Cherani recibe algún apoyo económico de dicho consejo; entonces se incrementa la organización de talleres, y más muros de la comunidad son revestidos de imágenes plásticas. Otros artistas también apelan a dicho apoyo, pero no consiguen el financiamiento pues de ellos se decía que “sólo sabían vandalizar y grafitear”. Así, en un afán de democratizar los apoyos, el Colectivo y demás artistas emprenden labores de gestión, teniendo en la mira otras instancias como eventuales patrocinadoras y, luego de un determinado tiempo, obtienen del Consejo Mayor de Cherán y del Sector 12 de Educación Indígena, el patrocinio y el que se comisione a dos artistas visuales y a un especialista en lengua p’urhépecha para organizar, nuevamente y de forma oficial, labores culturales y artísticas dirigidas a niños y jóvenes; a decir de Huaroco:

Quedan entonces establecidos algunos talleres: el taller de pintura infantil y el taller libre de educación pictórica. Entonces, la práctica artística de Cherán entra en una etapa de mayor organización formal, situación que además buscaba el que “el movimiento” de Cherán también fuese visualizado en el exterior, no sólo como un movimiento político-social, sino como un movimiento de un pueblo que además promueve y practica el trabajo colectivo, que tiene la capacidad de convocatoria regional hacia asuntos culturales, que es generador de obras artísticas con originalidad y calidad técnica.

Después se dio un despliegue de la actividad artística, teniendo como instructores a locales y externos, y desarrollándose cantidad de nuevos talleres con sede en diversos espacios del pueblo, tanto en educativos de todos los niveles —incluidos los de educación superior— como en espacios al aire libre, como en la plaza principal y en atrios de iglesias, y también en la Casa de la Cultura. Ante tal despliegue de la actividad artística en el pueblo, los diversos involucrados: instancias patrocinadoras, individuos y grupos, acordaron dar otro paso en la difusión del “movimiento artístico de Cherán”: entonces organizaron y convocaron al Primer Foro de Expresión Joven: “Ex-Joven 2015”, evento al que aludimos al principio de este escrito, y que tuvo lugar durante los días 27 al 29 de diciembre de aquel año. A decir de Ariel: “El evento, además, sería aprovechado para externar, a modo de denuncia y de solemne conmemoración, el asesinato de un joven comunero que tuvo lugar el 29 de diciembre del año anterior, y que las autoridades estatales habían ignorado, como lo habían hecho, por muchos años, con aquellas situaciones que detonaron en el mencionado ‘movimiento’ político-social en Cherán”.

El Foro también fue el espacio en el cual se vertieron algunas declaraciones a modo de lineamientos a retomar en eventos subsecuentes que, cabe señalarlo, se han organizado anualmente hasta el presente. Algunos de estos lineamientos incluyeron el mantenerse al margen de vínculos con instituciones gubernamentales, no utilizar logotipos de eventuales patrocinadores locales o externos, gestionar y aceptar por consenso la posibilidad de pintar murales fuera o dentro de la comunidad; Betel comenta lo siguiente:

Ahora, luego de que la comunidad ha testificado aquello que se ha hecho en el campo de las artes visuales, no sólo reconocen y aceptan nuestra labor, sino que los vecinos nos ofrecen sus muros, nos ofrecen comida y hasta alojamiento. Artistas y vecinos documentan en fotografía y en video el trabajo plástico que hacemos, y esas imágenes aparecen en diferentes documentos y materiales informativos referentes a Cherán K’eri.

A decir de Alain:

A la parir de los sucesos de 2011, de las reflexiones comunitarias sobre el hacer y el decir de los artistas visuales, de nuestras ediciones anuales del Ex-Joven, y del desarrollo artístico individual y en grupo de todos los actores de la plástica local, se diversificaron las propuestas artísticas, los materiales, los modos de producción, el lenguaje visual y el acceso a espacios incluso institucionales, lo que indica que Cherán k’eri es conocido y reconocido como una comunidad p’urhépecha en la que se puede vivenciar un movimiento plástico artístico que camina a la par del “movimiento” político-social, aunque con diferentes formas de pensar y actuar, pero siempre en concordancia y asociación en comunidad.

De esta diversificación, el Colectivo y un grupo de amigos han llevado a cabo trabajo conjunto en varios proyectos; aunque el trabajo colaborativo ha sucedido desde antes del 2011 y durante “el movimiento”, ahora, principalmente con la organización del Ex-Joven, el número de participantes ha variado, así como las dinámicas individuales y colectivas y también los caminos elegidos. Al respecto, Giovanni nos comenta lo siguiente:

Constantemente se acercan jóvenes al Colectivo, mientras unos permanecen, otros, cuando satisfacen sus necesidades artísticas con la guía tutelar, se retiran, toman caminos diferentes y por sus otras actividades desarrollan su trabajo artístico solos, en grupos locales, o con otros grupos foráneos de artistas, e igualmente con instituciones culturales y de gobierno.

El Colectivo Cherani, concuerdan sus integrantes: 

Es en realidad una denominación que se usa sobre todo para presentarse, hacer presencia o ser identificados hacia al exterior de la comunidad, y también para cumplir con ciertos requerimientos administrativos propios de las instituciones u organismos que, en dado caso, requieren la obra del Colectivo o la aceptan a petición expresa del mismo.

Al respecto, algunas de las más recientes participaciones del Colectivo en espacios institucionales se dieron en el Centro Cultural Palacio Clavijero de Morelia, Michoacán, en 2019; ahí, el 31 de enero inauguraron un mural denominado Ambakerantani tsinájpiri iasï anapu: “Lo que hoy alivian los curadores de aquí”, en el que plasmaron imágenes alusivas al quehacer de los ritualistas de Cherán, y que representan una de las más importantes tradiciones p’urhépecha. Posteriormente, y siguiendo con la misma línea de representar sus raíces culturales, el Colectivo emprendió un nuevo trabajo a mediados del mes de mayo de ese mismo año; en esta ocasión, el Colectivo convocó a 17 artistas plásticos bajo la consigna, como ellos dicen, de plasmar diferentes temáticas referidas a sendas expresiones culturales de su pueblo; la exposición fue denominada: Cherani: empoderamiento de la propia identidad.

En buena medida, las exposiciones y demás eventos organizados por el Colectivo se vinculan con un acontecimiento comunitariamente significativo que tocó fibras sensibles: sentidos y sentimientos acerca del significado de la tradición y el cambio; por sus características que denotan la confluencia de géneros y generaciones, la conjunción de variedad de productos artísticos y de expresiones culturales, la combinación de obra individual y colectiva, la reunión de ideas y creaciones únicas pero que acusan y aluden a visiones compartidas o de grupo, así como la expresión de símbolos y significados culturales reunidos en una temática cuya narración comunica mensajes que apelan a la conciencia social, estas exposiciones nos recuerdan a las exposiciones conmemorativas de la primera década posrevolucionaria, en las que, a modo de narración etnográfica, se representan imágenes de indígenas y de objetos por ellos fabricados, se conjuntan el pasado con el presente, la continuidad y el cambio.[1]

Los integrantes del Colectivo no se asumen como los únicos o más destacados artistas plásticos de Cherán; mencionan a otros artistas como José Ángel Pahuamba Velázquez, quien, “con mucho esfuerzo, constancia, calidad, técnica y excelentes propuestas plástico-artísticas, han consolidado una carrera, misma que es reconocida en el país y en el extranjero”.

Reflexiones finales

Sin duda, la evolución de los medios tecnológicos de comunicación, así como la implantación de los modelos de producción neoliberal y la ideología que unos y otros ponderan como mensaje acuciante de lo que “debe ser”, han impactado en las formas tradicionales de pensar, de sentir, de actuar y, por supuesto, de comunicarse y de convivir con el entorno natural y social. Son unas de tantas problemáticas que, como es bien sabido, los pueblos indígenas enfrentan en su lucha por salvaguardar tanto lo que ellos por derecho consideran como “lo propio” y “lo nuestro”, por enfrentar procesos de exclusión y discriminación, así como por conservar y transmitir todo aquello que los provee de elementos de identidad. En este contexto, el Colectivo Cherani como tal, así como cada uno de los integrantes, han sabido integrar materiales, técnicas y tecnologías de la cultura moderna industrial con productos y expresiones culturales de su entorno natural y social, como la madera y el barro, la variada artesanía, la música y la danza, el mito y el ritual, en fin, productos y expresiones que dan cuenta de la tradición, para comunicar, de forma visual, su pasado remoto y reciente, así como su presente cultural. Con ello, el Colectivo Cherani incursiona en un ámbito de la cultura indígena que otrora habría sido privativo de determinados sectores de su sociedad: el de las nanás y los tatás: mujeres y hombres transmisores de la tradición y, en este sentido, los integrantes del Colectivo asumen, como sus nanás y tatás, la responsabilidad de salvaguardar, conservar y comunicar determinados elementos culturales que refuerzan sentidos de identidad y de pertenencia.

El arte visual del Colectivo se relaciona íntimamente con el lenguaje y con el pensamiento como una forma de comunicación que da cuenta de la visión del mundo, de la naturaleza y de la propia sociedad inmersa en un proceso de cambio social; podría pensarse que el quehacer artístico del Colectivo denota una manera de reinventar la tradición cultural; empero, más que reinventar la tradición, es ésta la que ilumina las expresiones plásticas del Colectivo, toda vez que cada uno de los integrantes retoma, en su quehacer artístico, la historia oral y los mitos culturales, así como los principios y valores que subyacen a las maneras locales de convivencia, de respeto y de distribución del trabajo sin jerarquías. Mediante sus obras, dotan de una nueva dimensión a la historia oral y a la tradición que ponderan principios y valores culturales que iluminan el pensar y hacer cotidiano,[2] contribuyendo, además, en la exportación de ambas expresiones culturales usualmente ancladas en los espacios domésticos, hacia los espacios comunitarios representados en muros de casas, escuelas, comercios e, incluso, hacia otros escenarios del estado y del país. De esta forma, recuperan la tradición y participan de ella, al tiempo que incentivan la participación de las nuevas generaciones en ese proceso de ida y vuelta que, como proceso de comunicación, fertiliza, de manera recíproca, laderas temporales y sociales: el pasado y el presente tradicional, así como un pensamiento y modo de actuar que comprende y unifica polos de género y generación.

La transmisión de la tradición antes dada principalmente por el lenguaje oral, ahora es enriquecida por el arte, en este caso, el arte producido por el Colectivo Cherani; la relación entre este enriquecimiento del lenguaje y su transmisión por expresiones artísticas ahora se contempla y acepta en lo local como producto propio del pueblo: como su patrimonio; además, por ser un arte que se difunde al tiempo que se conoce y reconoce en espacios nacionales y extranjeros, forma entonces parte del patrimonio cultural de los p’urhépecha en general, y del pueblo de Cherán en particular, toda vez que el arte del Colectivo muestra y expresa elementos de una misma matriz cultural cuyos sentidos y significados étnicos influyen en una forma de pensar y en un estilo de vida acorde con la tradición. En efecto, si bien dichos elementos culturales han estado históricamente insertos en la sociedad p’urhépecha, también es cierto que transitan por un proceso de cambio social y cultural y, por tanto, están en riesgo de desfase o de tendencia a su olvido, asunto que, de alguna forma, el Colectivo Cherani contrarresta recuperando, galvanizando y haciendo vigentes en su arte visual, símbolos, significados y valores étnicos que pesan en la conciencia de sus coterráneos. En este sentido, es claro que la comunicación de la tradición depende en gran medida del tipo de sociedad a la que los individuos se hallan integrados, y no solamente por las características de la comunicación misma, sino por los significados que se intercambian mediante ella.[3]


Pireri (cantor). Ariel Pañeda Macías. 2.80 × 4.00 m; técnica: esmalte sobre muro. Radiodifusora xepur, Cherán, Michoacán.


2. Pitsikua (serie). Alain Silva. Técnica: linografía. Charán, Michoacán.


3. Pikuntskua. Giovanni Fabian Guerrero. 10.00 × 8.00 m; técnica: acrílico y esmalte en aerosol. Barrio 2o Ketsïkua, Cherán, Michoacán.


4. Kamy y nana Telvi. Francisco Huaroco Rosas. 4.00 × 6.00 m; técnica: acrílico y esmalte en aerosol. Cherán, Michoacán.


5. Ambakerantani. Betel Cucué. Mural Centro Cultural Clavijero. Morelia, Michoacán.


6.II Erontskua (La espera). Betel Cucué. 180 × 360 cm; técnica: acrílico, óleo sobre tela


7. III Erontskua (La espera). Betel Cucué. 180 × 360 cm; técnica: acrílico, óleo sobre tela.


8. Nana Echeri Kuajpikia (Resistencia del territorio sagrado). Giovanni Fabian Guerrero. 4 × 4 m sobre el piso aprox.; técnica: madera calcinada, esmalte y pinos.


9. Jampurhipikuecha (Vínculos). Giovanni Fabian Guerrero. 3 × 2 m; técnica: acrílico, aerosol, lápiz, tela


10. Mural Colectivo Cherani (1). Centro Cultural Clavijero, Morelia, Michoacán. Exposición: Ambakerantani tsinájpiri iasï anapu: “Lo que hoy alivian los curadores de aquí”


11. Mural Colectivo Cherani (2). Centro Cultural Clavijero, Morelia, Michoacán. Exposición: Ambakerantani tsinájpiri iasï anapu: “Lo que hoy alivian los curadores de aquí”.


12. Mural Colectivo Cherani (3). Centro Cultural Clavijero, Morelia, Michoacán. Exposición: Ambakerantani tsinájpiri iasï anapu: “Lo que hoy alivian los curadores de aquí”.


13. Mural Colectivo Cherani (4). Centro Cultural Clavijero, Morelia, Michoacán. Exposición: Ambakerantani tsinájpiri iasï anapu: “Lo que hoy alivian los curadores de aquí”.


[1] Guillermo de la Peña, “La antropología, el indigenismo y la diversificación del patrimonio cultural mexicano”, en La antropología y el patrimonio cultural de México, tomo iii, coord. por Guillermo de la Peña (México: Conaculta, 2011), 57-106.
[2] Moisés Franco Mendoza, “Sïruki. La tradición entre los p’urhépecha”, Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, vol. xv, núm. 59 (1994): 209-238.
[3] Francisco Miranda Godínez, “Comunicación oral y tradición popular”, México Indígena, núm. 4, (1985): 10-12.

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Narrativas Antropológicas, primera época, año 2, número 3, enero-junio de 2021, es una publicación electrónica semestral editada por la Dirección de Etnología y Antropología Soocial del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Secretaría de Cultura, Córdoba 45, col. Roma, C. P. 06700, alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, www.revistadeas.inah.gob.mx. Editor responsable: Benigno Casas de la Torre. Reservas de derechos al uso exclusivo: 04-2019-121112490400-203, ISSN: en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización del número: Íñigo Aguilar Medina, Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, Av. San Jerónimo 880, col. San Jerónimo Lídice, alcaldía Magdalena Contreras, C. P. 10 200, Ciudad de México. Fecha de última actualización: 31 de diciembre de 2020.

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