• INICIO
  • REVISTA
    • DIRECTORIO
    • NORMAS EDITORIALES
    • NÚMEROS ANTERIORES
  • RELATOS
  • MIRADAS
  • VOCES
  • RESEÑAS

CONVOCATORIAS

Índice

  • Relatos

  • Tiempo delicado: San Salvador, la lluvia y el ciclo agrícola en Atliaca, Guerrero

    Tonatiuh Delgado Rendón


  • De mitos, milagros y pedimentos. Tradición oral en el santuario de Las Peñitas en Reyes Etla, Oaxaca

    Ana Laura Vázquez Martínez


  • La aldea militar. Una etnografía del estado de sitio

    Yuri Alex Escalante Betancourt


  • ¿Fandango o son jarocho: dos ámbitos distintos de gestión?

    Amparo Sevilla


  • Lenguas indígenas y desplazamiento lingüístico: el caso de la lengua ombeayiüts (huave) de Oaxaca

    Gervasio Montero Gutenberg


  • La realidad virtual en la vida cotidiana de la familia urbana

    José Iñigo Aguilar Medina


  • Miradas

  • La Festividad de la Santísima Trinidad y Jueves de Corpus Pueblo de Culhuacán, en la delegación Iztapalapa, hoy alcaldía de Izta

    Narciso Mario García Soto


  • Voces

  • La Cuarta Transformación en el campo cultural: entre sueños y pesadillas

    Maya Lorena Pérez Ruiz


  • La perspectiva de género en el marco de la migración: actores en contienda

    Claudia Salinas Boldo, Pedro Antonio Be Ramírez


  • Ana Laura López, Amarela Varela Huerta, Mitzi Hernández Cruz


  • Migración y vejez: el caso de una monolingüe mixteca en la Ciudad de México

    Jourdain Israel Hernández Cruz


  • Quema de Judas, ritual carnavalesco, popular y satírico. El caso de la Quema de Judas en la calle República de Colombia, Centro

    Abraham Domínguez Madrigal


  • Por órdenes del señor amo, traigan ese torito: la danza de los nendro de San Marcos Tlazalpan, municipio de San Bartolo Morelos,

    Andrés Sandoval Forero Saúl Alejandro, García José Germán, Pérez


  • Disyuntivas y conflictos por el espacio público durante la visita del papa Francisco a San Cristóbal de Las Casas, Chiapas

    Enriqueta Lerma Rodríguez


  • Benito y lo tradicional: valoración de los insumos químicos y la agricultura de milpa en procesos de reconfiguración

    José Manuel Oyola Ballesteros


  • Perspectivas

  • Etnografía marica. Una discusión sobre metodología y epistemología antropológica

    Francisco Hernández Galván


  • Reseñas

  • Reseña del libro Culhuacán: Luz de la memoria, de Ana María Luisa Velasco Lozano, María Elena Morales Anduaga y Mario García Sot

    José Iñigo Aguilar Medina


  • Convocatorias

  • Convocatoria para enviar trabajos a la revista Narrativas Antropológicas

    Revista de la Dirección de Etnología y Antropología Social del I


  • Convocatoria para enviar trabajos a la revista Narrativas Antropológicas: Número 4, dedicado al análisis de la pandemia COVID19

    Revista de la Dirección de Etnología y Antropología Social del I


  1. Numeros anteriores
  2. Publicación No. 2
  3. De mitos, milagros y pedimentos. Tradición oral en el santuario de Las Peñitas en Reyes Etla, Oaxaca

De mitos, milagros y pedimentos. Tradición oral en el santuario de Las Peñitas en Reyes Etla, Oaxaca
About myths, miracles, and petitions: Oral tradition at Las Peñitas Sanctuary in Reyes Etla, Oaxaca

Ana Laura Vázquez Martínez
Posgrado en Estudios Mesoamericanos, UNAM
lauravazquezmartinez@hotmail.com

Resumen: En la comunidad de Reyes, ubicada en el valle de Etla, se venera el Señor de las Peñas el quinto viernes cuaresmal. De acuerdo con la memoria colectiva se cuenta que el Cristo dejó a su paso una huella y una rodilla en los mogotes. Este hecho milagroso atrae numerosas procesiones y peregrinaciones a nivel regional. El presente artículo describe, a partir de la tradición oral y algunas entrevistas a los peregrinos, los milagros que concede el Cristo y los pedimentos que efectúan en torno a la imagen. Se divide la exposición en cuatro apartados, los cuales en conjunto explican la importancia de un caso concreto sobre el proceso de sincretismo y religiosidad popular que aconteció en los Valles Centrales de Oaxaca, la relación que guarda el santuario con la imagen, la tradición oral, el paisaje y su territorio.
     Palabras clave: tradición oral; Cuaresma; santuario; Señor de las Peñas; milagros; pedimentos.

Abstract: In the community of Reyes in the Etla Valley, the Señor de las Peñas is venerated the fifth Friday of Lent. In the collective memory, they say that Christ left behind a footprint and the mark of his knee on the hillocks. This miraculous act has attracted processions and pilgrimages on a regional level. Based on oral tradition and interviews with pilgrims, this paper briefly describes the miracles that Christ performs and the petitions made before the image. The discussion is divided into four sections, which as a whole explain the importance of a particular case of popular syncretism and religiosity in the Central Valleys of Oaxaca, the relationship between the image and the sanctuary, oral tradition, the landscape, and the territory.
    
Keywords: oral tradition; Lent; sanctuary; Señor de las Peñas; miracles; petitions.

Fecha de recepción: 24 de enero de 2019
Fecha de aceptación: 23 de enero de 2020

Preámbulo

Estudiar la organización festiva y los rituales de una comunidad en torno a la relación que guarda con sus lugares sagrados (como los santuarios) implica el uso de enfoques que no sean fragmentarios o estructurales, es decir, se requiere de una visión integrada.[1] Hugo Zemelman menciona que la tarea se trata de organizar la información y su estudio por campos disciplinarios interconectados de forma coherente, lo cual constituye una especie de antropología histórica[2] o etnohistoria donde el investigador reconozca los puntos en que actúa el sujeto comunitario.

El campo de la tradición oral (principal recurso para este artículo) es una de las fuentes históricas para el estudio de los santuarios y, con ello, para el análisis de los milagros o relatos que emanan de esos lugares sagrados; además, para el presente texto se complementa la observación con apuntes etnográficos de la festividad y fuentes escritas (trabajo de archivo). La historia oral es una vía para conocer la apropiación territorial de las comunidades: mitos fundacionales, la organización festiva y toda la parafernalia que se desprende de ella. Por su parte, la memoria-recuerdo y la estructura narrativa se basan en la tradición oral, la cual fue definida por Jan Vansina como “el testimonio oral transmitido de una generación a la siguiente, o más de una generación”.[3] Al respecto, María Madrazo comenta: “La tradición tiene un significado colectivo, es aceptada en la comunidad por los grupos que la poseen y transmiten, es reconocida por la función que desempeña: reproducir conocimientos, prácticas, creencias y valores originados en el pasado, pero que son esenciales en el presente para establecer la continuidad, identificación y cohesión cultural de la comunidad”.[4]

En ese mismo sentido, P. Thompson[5] afirma que un campo de la historia oral son los mitos y tradiciones orales, los cuales son una fuente de poder para comprender la dinámica de la memoria, el folklore, las invenciones de las costumbres y su vigencia en la contemporaneidad. Muestra de ello es la lucha y defensa de los recursos naturales (tierra, el agua o montes), así como la comprensión de otros procesos históricos, por ejemplo: la identidad, la religiosidad popular y la función de los santuarios, que son parte de la memoria colectiva. Aún más importante es la participación del sujeto como ente principal para la deconstrucción de su memoria colectiva y la explicación de cómo entienden la relación de la naturaleza con la religiosidad y el espacio.

Así pues, el caso de estudio que se presenta a continuación refleja la reelaboración de una narrativa colectiva en torno a la aparición de un cristo moreno, el Señor de las Peñas, para comprender la formación social de la memoria de esta comunidad, “un saber antiguo y continuado, perteneciente al pasado, vivo en el presente y trasmitido a lo largo de varias generaciones”,[6] con el fin de preservar no sólo un territorio, sino una organización comunitaria que se afianza en la defensa de lo colectivo para mantener las tradiciones, y haciendo frente los acelerados proyectos de modernización[7] en la zona eteca.

Breve historia de la aparición del Señor de Las Peñitas y su santuario[8]

El ciclo festivo en el estado de Oaxaca refleja un complejo cultural y a la vez un soporte de identidades colectivas[9] que se concretan en las múltiples fiestas que se llevan a cabo durante el año. Dentro de ese calendario festivo se encuentra la Cuaresma, que inicia el Miércoles de Ceniza y concluye el Jueves Santo por la tarde. Junto con la Semana Santa se hace alusión a la muerte de Cristo el día viernes.[10] La Cuaresma, de acuerdo con Johanna Broda, se relaciona con el inicio del ciclo agrícola y el tiempo de renovación de la tierra. Si bien las fiestas patronales son importantes, esto se ve mejor representado en una serie de rituales (danzas, cantos, ofrendas, etcétera) que se practican en el paisaje que rodea a las comunidades[11] con el fin de pedir por una buena cosecha, el cuidado del rebaño, la bendición de semillas y por lluvias en los tiempos de sequía.[12]

Durante esa temporada en el área oaxaqueña, seis viernes consecutivos, los peregrinos conforman diversos circuitos de visita a santuarios con importancia regional y estatal, en recuerdo del viacrucis que vivió Jesucristo. Los santuarios reflejan la diversidad del paisaje y su sacralidad a través de mitos aparicionistas que tienen como principal característica ofrendar la aparición de Cristo en su entorno geográfico (donde dejó como muestra de su paso algún pie, una rodilla, sus manos o rostro en piedras, cuevas o árboles).[13] A través de esos mitos y la apropiación de la naturaleza por medio de tales relatos se va conformando un paisaje ritual[14] del cual emanan milagros (narrativas populares) que se reactualizan por medio de los pedimentos para agradecer lo que el Cristo otorgó durante un año.

Por su parte, Alicia Barabas[15] menciona que existen importantes santuarios regionales que aún están en espera de ser analizados; por ejemplo, los dedicados a los cristos negros en la costa o los del área mixe, además de aquellos con importancia regional en los Valles Centrales (línea en la que he incursionado): “Hay tres cristos morenos relacionados entre sí, a quienes se les pide por lluvias y dones, que son el Señor del Rayo, el Señor de Huayapam y el Señor de las Peñas de Etla”.[16]

La comunidad Reyes pertenece a la cabecera de Villa de Etla. La apropiación de esa geografía ha dado lugar a numerosas devociones.[17] Dentro de sus festividades más importantes están la participación en El Encuentro de los Santos[18] y Cristos, durante Semana Santa, y la fiesta patronal dedicada a los Tres Reyes Magos el día 6 de enero; sin embargo, la más importante por tener gran devoción es la del Señor de las Peñas. Ésta cuenta con dos romerías: la primera celebrada en el penúltimo sábado del mes de enero, cuando peregrinos (principalmente de Texcoco, Estado de México, Puebla y Tlaxcala) se dan cita para hacer una peregrinación de varios días hasta el santuario, y la segunda y más importante, que se realiza el quinto viernes cuaresmal (a saber, entre los meses de abril y marzo).

No está de más indicar que la diáspora devocional[19] del Señor de las Peñas es mucho más compleja de lo que se presenta en este texto (tema para otro momento), sólo es importante apuntar que el santuario de Las Peñitas tiene un alcance regional de mucho impacto, los peregrinos dicen visitar la parentela (primos, hermanos, compadres y hermanas) del Cristo en otras regiones; es decir, ellos aseguran que el Señor de las Peñas tiene como hermano al Señor de Huayapam (Valles Centrales), como compadre al Cristo de Tlacolula (Valles Centrales) y al Señor del Rayo (Catedral de Nuestra Señor de la Asunción, en la ciudad de Oaxaca); como primo el Señor de la Columna (Mixteca Alta);[20] y dos hermanos más: el Señor de la Agonía (Teozacoalco) y el Señor Crucificado (Tamazola).[21] Estas relaciones parentales conforman, entonces, circuitos de visita y peregrinaje. En la ciudad de Oaxaca hay variantes del culto y de cómo celebrar la festividad, por ejemplo, en la Catedral de La Soledad o en San Mateo Macuilxóchitl, en el municipio de Tlacochahuaya. Fuera de Oaxaca, existen fiestas significativas, como las que se celebran en Texcoco, Estado de México, y en la colonia Aragón Inguarán, en la Ciudad de México.


Figura 1. Mapa de ubicación del santuario Las Peñitas. Fuente: elaboración propia, enero de 2017.


Figura 2. Iglesia de Las Peñitas, Reyes Etla, Oaxaca. Fotografía: Ana Vázquez, marzo de 2016.

Al momento de la conquista, después de que los dominicos llegaron a la zona de los Valles Centrales, instauraron importantes conventos, sobre todo en lugares de culto mesoamericano.[22] En Villa de Etla inició la construcción del Convento de San Pedro y San Pablo en 1586,[23] el cual tenía a su cargo catorce pueblos sujetos,[24] entre ellos la comunidad de Reyes. Aunque había buenas noticias de la obra evangélica, pronto llegó a oídos de los frailes que cerca de la cabecera los naturales seguían rindiendo culto a sus antiguos dioses. Un testimonio de 1770 recogido en el Archivo Parroquial describe lo siguiente:

En el Valle Etlan, en las provincias montuosas retiradas, está apestado de idolatrías, supersticiones y maleficios, vanas observancias y curanderos, ensalmadores y diabólicos, para cuyo remedio encargo una mayor vigilancia y pureza de nuestra sagrada religión y si tuviesen alguna denuncia o sospecha en estos puntos de algún indio, le tornen sumaria información y den cuenta con ella al Presbítero para que se proceda a la corrección y castigo (…) por el crimen de herejía, apostasía e idolatría.[25]


Figura 3. Imagen del Señor de las Peñas, Exconvento de Villa de Etla, Oaxaca. Fotografía: Ana Vázquez, marzo de 2016.


Figura 4. Calenda en honor al Señor de las Peñas en el atrio del Exconvento de Villa de Etla, Oaxaca. Fotografía: Ana Vázquez, marzo de 2016.

En 1785 los casos seguían reportándose y el castigo para los indios “necios y sin alma” eran “6 azotes benignos en caso de reincidencia de sus viejas costumbres y ritos a los alrededores”; en caso extremo se les permitía a los frailes dominicos y en turno confiscar sus bienes.[26] Ante esto, los frailes dispusieron vigilar los alrededores de la zona y construir otras iglesias para reforzar el culto católico, ejemplo de tales medidas y persecución de idolatrías fue el templo de Las Peñitas, localizado sobre una zona arqueológica,[27] a doce cuadras de la cabecera y a cuatro leguas de la ciudad de Oaxaca.[28]


Figura 5. Mapa donde se indican los sitios arqueológicos más importantes en el Valle de Etla, Oaxaca. Al centro, Las Peñitas de Reyes Etla. Fuente: Juan de Dios Gómez Ramírez, Las ciudades de los Binigulaza. Loohvana. El Valle de Etla. Guía arqueológica (Oaxaca: Distrito de Etla-Binigulazáa, 1997), 27. El símbolo del pie es un añadido autoral.


Figura 6. Huella en forma de pie grabada en las peñas de Reyes Etla. Fotografía: Ana Vázquez, octubre de 2010.

Sobre la imagen del Cristo, sobresale su cara ensangrentada; está hecha en bulto y tallada con finos detalles en un tronco de madera. Un nativo de la comunidad lo describe de la siguiente manera:

Tenemos una imagen, acá muy venerada. En la comunidad la conocemos como la imagen del Señor de las Peñas. Es una figura, del siglo XVII y está a base de una pieza, lo que es la cabeza, sus dos manos y sus dos pies. Estas partes, vamos a decir así, es la figura del Dulce Nombre de Jesús. Su talla es de primera calidad: se notan sus facciones, si ustedes lo ven, de mucho sufrimiento [...] Es una imagen muy sangrante, tiene los pómulos salidos, de una persona que no ha comido, de alguna manera; sus manos son bellísimas, sus manos presentan las venas [...] todas las articulaciones están muy bien hechas. Está hincado, las rodillas están en tierra y lógicamente que por la posición sus pies están descalzos. La figura está tallada en madera. Nuestra gente, en base a la costumbre popular, pues le regaló una peluca y eso es lo que tiene, pero pues si se la quitáramos abajo está su pelo tallado en la madera, su barba con una cortada en medio. Esta imagen ha recibido dos restauraciones.[29]

La popularidad del Cristo iba en ascenso y para 1776 ya contaba con tres cofradías y una hermandad, está última funcionó de 1776 a 1805.[30] Las cofradías más populares que veneraban a San Pedro y San Pablo y el Señor de las Peñas eran la del Santísimo Sacramento, la de las Ánimas, la del Señor de las Peñas y la de Nuestra Señora del Rosario. En cuanto a las mayordomías y gastos de los cofrades se empiezan a registrar en el Archivo Municipal de Reyes a partir de 1800 y hasta 1993, última mayordomía de la que se guardó registro documental.[31] En un informe, donde participan las hermandades, se describe que se vistió a la imagen para salir en procesión a la ciudad de Oaxaca el 10 de octubre de 1863, a causa de la hambruna y sequía que inundaba el Valle de Etla.[32] El Cristo portaba en sus manos tres sortijas de oro con diamantes, un vestido morado de seda adornado con galón de oro y un forro de plata o almohadilla donde descansaba su mano derecha.[33]

El mito aparicionista de la imagen se basa en que unos indios, después de regresar de su jornada de trabajo, caminaban para llegar a sus solares y cerca de los mogotes de Las Peñitas hallaron la imagen de Jesús, su pisada y una rodilla grabadas en las piedras. Presurosos, fueron a dar parte a los dominicos del hallazgo y por disposición eclesiástica la imagen fue trasladada a la cabecera de la Villa de Etla, en el convento dominico. Sin embargo, según se cuenta, el Cristo regresó a su antigua peña varias veces hasta que lo colocaron dentro de un nicho en el altar del convento. Esto ha ocasionado por años una disputa por la devolución de la imagen. Los habitantes de Reyes mencionan que, a pesar de tener la imagen original en la cabecera, en su comunidad está el “milagro de su pisada”. Esto se traduce en dos fiestas paralelas que disputan simbólicamente la majestuosidad de la celebración: una en la cabecera con la imagen y otra en Reyes, con la huella del Cristo. Durante la festividad en la Cabecera de Villa de Etla, la Junta de Festejos, saca en procesión a la imagen en la madrugada (entre cuatro y cinco de la mañana); los peregrinos afirman que seguramente es para que el Cristo no recuerde el camino a las peñas.[34]

La festividad y su tradición oral

La fiesta es organizada por la Comisión de Festejos, la Junta Vecinal y el Ayuntamiento de la comunidad. Ellos son los encargados de difundirla, preparar el recorrido de la calenda por las calles principales, de la quema de cohetes y toritos, el jaripeo y, en la noche, la quema tradicional del castillo. Además, vigilan la fiesta que ofrece el mayordomo y el presidente municipal. Respecto de la seguridad del santuario y los peregrinos, son los comités y el ayuntamiento municipal (junto con los topiles) quienes se encargan de la logística. El adorno visual que acompaña la iglesia consiste en grandes y largas enramadas verdes, cuya hechura está a cargo de los topiles y la policía comunitaria: “Las enramadas son adornos hechos de pirul y buganvilia sobre carrizos y palos de madera. [Están] sostenidas y amarradas con cáñamo para hacer sombra o techo a la gente peregrina, principalmente, que se forma fuera de la iglesia”.[35]

Al amanecer se puede apreciar la llegada de diversos grupos indígenas (mixes, zapotecos, mixtecos, chontales, huaves, triquis) y la visita de peregrinos de varios estados como Chiapas, Veracruz, Estado de México y Guerrero. El objetivo es recordar la aparición de Jesús por tierras etecas, venerando el milagro de su pisada. En palabras de Jan Vansina, los testimonios orales son relatos en forma de prosa para contar la historia general de una comunidad, de congelar la memoria colectiva y explicar la concepción del tiempo no estructurado (relatos de origen):[36]

Las Peñas [es] un lugar mítico, la leyenda cuenta que cuando Dios hizo el mundo se sentó sobre una peña y como muestra de su divinidad dejó su huella en Etla; es así como años después se construye una preciosa capilla sobre la piedra que habita el Señor de Las Peñitas, un rincón milagroso que año con año recibe una serie de peregrinaciones de todo el país.[37]

Dos testimonios orales más relatan ese hecho milagroso. El siguiente da cuenta de la aparición:

Tengo mucha fe al Señor, porque quiso quedarse manifiesto en este lugar, plasmado para el perdón de nuestros pecados, y para que todos nuestros hermanos peregrinos lleguen a su adoración en este momento que es el día viernes 15 de marzo del 2013 que se está celebrando el quinto viernes de este pueblo de Reyes y también según nuestra fe que tenemos [...] Aquí se manifiesta un piecito del Señor, que según nosotros es nuestra fe.[38]

En tanto este otro explica el significado de la festividad tras la aparición:

Una cuenta lo que nos cuentan nuestros padres, como ellos fueron creyentes a la Iglesia y a él principalmente (el Señor de Las Peñitas), es él el que fundó la Iglesia católica, por eso es la Cuaresma que empieza desde el Miércoles de Ceniza. Entonces decía mi mamá que el cuarto viernes es samaritano, de las aguas, Jesús encontró la Samaritana, y como él tenía mucho sed, él pidió agua y la Samaritana estaba sacando agua de su pozo, y ella no le negó el agua, porque todo el mundo se la negaba pues, decían que era un loco, ella no, decía que él era milagroso, entonces quien no creía no le daba agua, y ella no le negó el agua y se la dio, por eso es de que hacemos eso: la veneración del cuarto viernes, de las aguas de la Samaritana y que se trata de puro regalar el agua, no venderla, donarla pues, entonces ya pasa el cuarto; y en el quinto viernes él iba con su cruz, dicen, y fue su caída, por eso está su caída en Las Peñitas, decía mi mamá, y entonces no sé cómo empezó la gente con Las Peñitas, que dicen, hubo quien vio las rodillitas y el piecito ahí marcados, y porque dijeron que era un lugar sagrado donde él pasó, y mucha gente que es incrédula, dice: ¡ay, cómo va a pasar si él venía de Jerusalén!, de muy lejos, ¿no?, pero él no necesitaba viajar como ahora nosotros que pagamos transporte para ir donde queramos, así es lo de él pues, y pues alguien vio las huellitas y dijeron pues ahí pasó, por eso le dicen el Señor de las Peñas, de que fue en ese día del quinto viernes que fue su caída del Señor, la caída, la quinta estación pues, eso es lo que nos decía mi mamá.[39]

Como parte de la tradición oral, los testimonios expuestos constituyen la memoria colectiva, un saber milenario pero en constante transformación; en otras palabras, conforma la sabiduría popular. Este mito que pasa de generación en generación tiene como características: fundar, legitimar y otorgar identidad a la comunidad de Reyes. El mito no se razona en función de un tiempo cronológico. Es decir, el santuario y el mito de fundación se rigen por un tiempo sagrado y perenne, diferente al tiempo que rige a los hombres, por eso la importancia de la frase explicativa que da la peregrina: “¡ay, cómo va a pasar si él venía de Jerusalén!, de muy lejos, ¿no?, pero él no necesitaba viajar como ahora nosotros que pagamos transporte para ir donde queramos”. Lo importante es la función del mito: legitimar un territorio por la manifestación de una teofanía.

Cuando los peregrinos visitan la capilla donde se encuentra la huella del Señor de las Peñas hacen diversos tipos de peticiones para cumplir su manda o ver el milagro. Así que observan la “huellita” o “piecito” que Jesús dejó, rezan y hacen limpias con ramilletes de pirul, albahaca o romero. Los peregrinos colocan su pie sobre la huella en la peña y los caldean,[40] cantan y elevan sus plegarias, dejan su veladora y después encienden incienso o copal al despedirse. Las peticiones son diversas: lluvias para su cosecha, alivio de dolencias, encontrar trabajo o el bienestar familiar. El símbolo de la huella del Cristo es polivalente:[41]

Y como dicen que se cayó Jesús y está su rodilla y su pie, pues ahora ya la gente agarró la fe de venirse y caldearse los pies, dicen que esa es la palabra, caldear y así cómo no vamos a tener fe. Yo le tengo mucha fe a Jesús porque él es el Señor de las Peñas, como le dicen, porque uno lo viene a ver a Las Peñitas, porque yo me fracturé mi rodilla y me dijo mi mamá que vivía entonces: “Pídele al Señor de las Peñas para que puedas caminar bien”. Ya después vine con mi mamá para irme a caldear los pies y hace dos años fue la primera vez que vinimos y ahora camino, es cierto que cojita, pero camino y a eso vine pues, para pedirle y que nada me falte.[42]

Otros testimonios refieren que la huella de Jesús tiene otros significados, por ejemplo la revelación de un maleficio como la muerte:

“Vamos a ver donde está, ahí, el piecito del Señor”, y fuimos a ver donde dicen…, ven algo, yo nunca vi nada, pero una muchacha que traje vio al Señor en la piedra y vio una mesa, que me dijo: “no se ve dónde empieza y dónde acaba”, y ahí vio a la Virgen del Rosario, pero ¿qué cree?, después de un año murió, falleció. También vio otras velotas bien grandes, en un lado la Virgen de la Soledad y del otro la Virgen del Rosario. Yo le dije: “no hay que ver mucho”, aun así murió la muchacha, aunque si se pidió y se casó, pero murió la muchacha.[43]


Figura 7. Peregrina “caldeándose los pies” en la huella del Cristo, Reyes, Etla, Oaxaca. Fotografía: Ana Vázquez, marzo de 2016.


Figura 8. Peregrina “caldeándose la rodilla” en Las Peñitas, Reyes, Etla, Oaxaca. Fotografía: Ana Vázquez, marzo de 2016.


Figura 9. Peregrinas: “Tres generaciones” en busca del milagro. Fotografía: Ana Vázquez, marzo de 2016.


Figura 10. Peregrina asomándose en las cuevitas. Fotografía: Alma Vázquez, marzo de 2013.

El siguiente testimonio es de una peregrina que, al visitar al Señor de las Peñas, éste le otorgó poderes curativos, por lo que acudir al santuario es importante para renovar su don y agradecerlo:

Y otros años más después traje a mi tía, le dije: “vamos pues”, y entonces llegamos, fuimos a la iglesia. Salimos y entonces nos dijeron: “coman por allá su huizache;[44] pero fíjese, ella me dijo: “siéntese, que voy al baño” y entonces me dijo que por allá, en su ida, encontró unos huizaches hermosos, bien frondosos, llenos de flores y cuando pasó por ahí encontró un manojito de romero, de ramita, no de huerta, bien fresquesísimo, arriba del huizache y desde que lo vio lo agarró, ya hasta ni fue al baño. Y dijo: “mira”; yo dije: “qué cosa”; “me encontré un manojo de hierbas”. Y entonces fuimos a la iglesia, rezó y se hincó y [...] bueno, y le dije: “ay tía, va usted a ser curandera, porque encontró usted ese romero, ese huizache, ese romero sirve para remedio, para curar”. Nos fuimos de la capilla y fuimos a ver la piedra donde está el Señor de las Peñas, vamos a ver donde está ahí el piecito del Señor, y de ahí ella cura, es curandera. Llegamos a la casa y días después una sobrina llegó y le dijo que su hijo estaba muy grave: “Se va a morir, tía Tacha”. Entonces mi tía dijo: “Pero si yo apenas llegué de la fiesta” [...] Entonces dijo: “Hay que pedirle al Señor de las Peñas; llévate una ramita de romero, hiérvelo en un tecito y pídele por tu hijo, y de esto va a tomar, y por milagro de él y por mí va a sanar”. Pues fíjese, sanó el muchacho; tecito de romero tomó. Al otro día llegó otra persona y le dijo lo mismo: “Usted es curandera”, y en el nombre del Señor de las Peñas agarró un palito de romero, se la dio y con eso curó.[45]

En cuanto a la hierba de pirul, se usa como parte del ritual para las limpias, dicha planta ha servido desde tiempos pasados para curar “el mal del aire”, “susto” y “espanto”. Para la comunidad de Reyes tiene las mismas cualidades, además de atribuirle otras propiedades curativas, por ejemplo: sanar cualquier dolencia, como la hinchazón de pies que produce caminar grandes tramos en peregrinación. Una nativa de la comunidad que vende esa hierba desde hace más de cuarenta años platica de sus propiedades curativas:

Y el pirul sirve para limpiarse donde está el piecito del Señor, para que toda la enfermedad que trae usted, la deje usted. Y toda la gente que viene sabe que viene a barrerse, a limpiarse y a quitarse todo el mal que tiene, porque mucha gente que viene nada más viene y no sabe cómo hacer pues [...] Y uno ya sabe más o menos para qué sirve pues, y como yo le digo, ya hace tiempo que yo vengo a vender y sé para qué sirven esas hierbitas: para limpiarse, para muchas cosas que traiga uno.[46]

La hinchazón de pies está ligada al “recogimiento de males durante el camino”,[47] por ello la necesidad de llegar y limpiarse en las peñas. Ese mal se adquiere cuando “el cuerpo se expone a un cambio brusco de temperatura”[48] o cuando se va a otros “caminos o lugares que no son propios y se presentan como extraños; además éstos se adquieren por las emanaciones de objetos repugnantes como: animales, lugares o cuerpos celestes”:[49]

Estamos limpiándonos los piecitos donde él los puso, donde están sus piecitos, es porque uno le tiene mucha fe pues, pues sí nos ha concedido lo que queremos y limpiarse con los ramitos o la hierba de pirul sirve para quitar las enfermedades, el aire malo que tenemos, la envidia, las cosas. Eso funciona para quitarnos todo el dolor que tenemos en los pies, nos limpiamos para que todas las cosas malas se queden, para eso es.[50]

Después de visitar la iglesia y el santuario natural existe un tiempo de petición y reflexión para construir sobre las peñas “casitas”, principalmente hechas de cantera. Este ritual es nombrado el pedimento.[51] Los peregrinos hacen diversas peticiones como tener un buen temporal para la cosecha (maíz, frijol), lluvias para todo el año y poseer un buen ganado:

Nosotros hemos venido cada año porque le tenemos fe a él, porque él nos hizo mucho milagro, él nos dio todo. No teníamos cosecha, nada, y después vinimos aquí, nadie venía, nadie, nadie venía, unas que otras, pero gente de lejos, todo aquí, puro huizache, nopales, no hay nada acá, pero ya tiene años que vengo, tiene como unos cuarenta años que vengo. Una vez que viene, pu’s vine con mi hijo, los traje y él encontró una plumita de pollo y yo le pedí maicito, frijolito y alfalfa, y así poco a poco tuvimos tierra, aramos los terrenos de la gente y poco a poco gracias a él tenemos de todo un poquito: carretita, tierra, animalitos; y fíjese que ahora año con año sale mi maicito, mi mazorquita color maravilla, por Dios, hasta la fecha la tengo ahora. Siempre, año con año, me salen de varios de colores y mire: tuvimos alfalfa, compramos terrenito y mi niñita, como mi nietecita de cuatro años, como ella, encontró una pluma de pollo, la traje con su hermanito, pero fíjese: cientos de pollos tuvieron, cientos de pollos y nada nada nos faltó, esto nos ayudó a mandar a nuestros hijos a la escuela, salieron sus estudios. Pues desde esa fecha tenemos devoción, gracias a él ahorita estamos bien.[52]

El pedimento que hacen los peregrinos mediante piedras se realiza junto a la familia o de manera individual: eligen un lugar alrededor de las peñas y mogotes para reunir piedras, ramas, pedazos de nopales, o compran animales y figuritas de plástico para hacer sus “casitas” y ofrecerlas al Señor de las Peñas. En ella se vierten numerosas figurillas: animales, plantas, muñequitos y comida. El espacio que se crea es un tiempo ritual y ceremonial, puesto que, con toda fe, respeto y amor construyen representaciones de casas, simulando espacios de convivencia familiar, los cuales adquieren un valor simbólico a través de representaciones en miniatura, pues significan la relación que hay con la naturaleza y el Señor de Las Peñitas y la solución de sus necesidades más inmediatas. Las casitas, miniaturas o maquetas se dejan sobre la peña con cartas, fotografías, monedas o alguna pertenencia (dinero, relojes, esclavas o dijes [milagritos]).

La manera de hacer las casas varía entre cada familia y se distinguen por forma y tamaño, sin importar la estética. Unos representan su milpa, el establo, la cocina, el trabajo, su casa, su altar familiar, una iglesia o incluso su familia o la comunidad a la que pertenecen (espacios cotidianos). Las casitas van desde las más sencillas a las más elaboradas. Algunas se hacen sólo con una hoja de papel doblada; otras, de cartón. Algunas son traídas desde sus comunidades para ser colocadas directamente sobre las peñas. Otras más son casitas de ramas de árbol o montoncitos de piedra. La práctica de este ritual se lleva a cabo de manera oculta y discreta. El objetivo de esas representaciones es polifuncional: se pide por bienestar familiar, la curación de una enfermedad, la obtención de una casa o terreno, para la petición de lluvias y un buen temporal, así como por un buen regreso a sus comunidades. Los pedimentos tienen como función pedir la intervención divina por medio de procesiones, ofrendas, oraciones y cantos para cubrir sus necesidades más inmediatas.

Un testimonio explica el uso ritual de las piedras: “Las ocupamos para hacer unas casitas, para pedir levantar el piso de nuestra casa, así como hacen los albañiles: primero la tierra, luego el piso. Las hacemos para que nos conceda él el milagro y que nos dé permiso de hacer una casita”.[53]

Este testimonio describe algunas de las peticiones hechas y su significado:

Uno viene aquí por la fe que le tenemos a Las Peñitas, por la fe que uno tiene. Venimos a pedirle trabajo o cuando uno está enfermo; viene uno a pedirle y pues uno viene a hacer su pedimento con casitas. ¿Por qué?, porque dicen que él anduvo todo por aquí, se ven en partes las pisadas y las huellas por donde anduvo y por lo milagroso que es, por eso es que tenemos fe. Por eso nosotros venimos cada año y a darle gracias por la vida que nos da.[54]

La función de estas casitas o montoncitos de piedra en la cumbre de los cerros en la época prehispánica era diseñar en puntos estratégicos modelos reducidos del universo,[55] modelos simbólicos en miniatura sobre el paisaje. En la comunidad de Reyes, la ubicación geográfica de estas maquetas —de acuerdo con la propuesta de Johanna Broda—, es más relevante que su diseño mismo, ya que significa ofrendar a la tierra religiosamente, y proyectar en miniatura los espacios cotidianos donde actúa el sujeto comunitario, como se parafraseó al inicio del texto, retomando a Zemelman: la milpa, el altar, la casa, el establo o el trabajo. En este sentido, se hace un uso político, religioso y simbólico del espacio y el territorio. Los santuarios en peñascos, desde la época mesoamericana, con petroglifos, pocitas y maquetas constituyen un lenguaje visual: la creación del hombre y la estructuración del espacio simbólico plasmado en la naturaleza.[56]


Figura 11. Peregrinos haciendo sus maquetas para el pedimento. Fotografía: Ana Vázquez, marzo de 2016.


Figura 12. Pedimento de petición de agua y cuidado de ganado. Fotografía: Ana Vázquez, marzo de 2016.


Figura 13. El pedimento de una peregrina mixe, Las Peñitas. Fotografía: Ana Vázquez, marzo de 2013.


Figura 14. Pedimentos en la estructura arqueológica Las Peñitas. Fotografía: Alma Vázquez, marzo de 2013.

Para concluir, este breve texto etnográfico constituye un esfuerzo por emplear la tradición oral y los documentos para entender que, a lo largo del tiempo, la relación sociedad-naturaleza se ha construido de distintas formas según espacio y cultura. La festividad y el santuario del Señor de Las Peñas, los relatos y sus prácticas rituales son un ejemplo de que el paisaje funcionó como responsable de posibilitar la consecución de un determinado estilo de vida[57] y, por tanto, de la conformación de una manera de ver el mundo.

La tradición oral es un saber milenario, que se recrea en el presente para preservar y resistir frente a los embates modernizantes. Tiene su base en la memoria colectiva, en la narrativa de los grupos sociales, y constituye una vía para las explicaciones de origen, fundación y delimitación de un territorio y las disputas que de él emanan. El santuario de Las Peñitas representa un caso local de religiosidad popular que pone de manifiesto la comprensión de fenómenos históricos de largo alcance como la evangelización de antiguos lugares de culto mesoamericano, y que por medio de la etnografía se muestra la necesidad de hacer un análisis retrospectivo de aquellos pueblos indios contemporáneos y sus continuidades culturales, como las prácticas religiosas que se concretan a través de largas peregrinaciones, ofrendas y peticiones (rituales llamados los pedimentos) para mantener el equilibrio de los mantenimientos y augurar un buen inicio del ciclo agrícola.

Tabla 1. Mayordomos y encargados de la festividad del Señor de las Peñas y otros datos*, **

Año de la mayordomía

Mayordomo

Uso del dinero recaudado

Datos sobresalientes

1857-1862

Pedro Carrasco

Novena, arreglo de la imagen, festividad, fuegos artificiales, misas, pago de cantores, clarineros y acólitos, mantenimiento del templo (campanas, órgano, bancas), escapularios, compostura del altar para el quinto viernes de Cuaresma, Cofradía del Señor de las Peñas, compostura del nicho de la imagen, hechura de gallardetes, vestidura de la marmota para la festividad, alcancía de limosnas en honor al Señor de las Peñas.

Cura en turno de Villa de Etla: José María Luis Martínez

1866-1867

Rafael Núñez

Cristales para el templo, restauración del templo, festividad del quinto viernes de Cuaresma.

Secretario de la sagrada mitra en turno: Luis Hipólito Ortiz y Camacho

1877-1883

Secretario y encargado: Jacinto Ruiz

Gratificación de los acólitos, novenas, carreta del cohetero en días de fiesta, impresión de estampas del Señor de las Peñas, adorno de la iglesia el quinto viernes de Cuaresma, albañiles por la restauración del templo de Las Peñitas, cirios, armazón de los juegos mecánicos para la fiesta, pintura del retablo, servicio del sacristán, sillas para el templo.

Cura en turno de Villa de Etla: José Francisco María Ruíz

Cura en turno a partir de 1881 en Villa de Etla: don Epitafio Arrazola

1884-1887

Cura don Epitafio Arrazola

Aderezo del altar en Las Peñitas, albañiles para la compostura del templo, pago de campaneros, cantores, acólitos y sacristanes, flores, fuegos artificiales, materiales: alfileres, tachuelas, cera, estampas del Señor de las Peñas, manteles, coheteros, misas de novena.

Cura en turno en Villa de Etla: don Epitafio Arrazola

1891

Cura don Francisco Hernández

Aderezo del templo, cohetes para la fiesta del quinto viernes de cuaresma, estampas del Señor de las Peñas, cantoras, campaneros, sacristanes, aderezo de las campanas, para que se remiende y se lave la ropa de la imagen, flores para la fiesta, manteles y toallas para la iglesia.

Cura interino en turno en Villa de Etla: don Francisco Hernández

1894

 

Alambre y pábilo para la hechura de la cera para la festividad del Señor de las Peñas, paga de carpintería, albañilería y remachadores para el templo de Villa de Etla, adorno para el quinto viernes de cuaresma, fuegos artificiales para el Cristo, novena de la fiesta, cuatro carretas para la función de la fiesta, ladrillos, clavos, mármol, alcancía del Señor de las Peñas.

Cura en turno de Villa de Etla: Francisco Mantecón

1919

Adalberto Castellanos y Aparicio Castellanos

 

 

1920

Isidro Santiago y su hijo, Leonardo Santiago

 

Presidente municipal en turno en Reyes Etla: Ramón Mejía

1921

Luis Castellanos y Hernán Pérez

Para el aderezamiento de las puertas (enramadas y flores).

Presidente municipal en turno en Reyes Etla: Juan Santiago

1922

Mauro Santiago y Francisco Santiago

 

 

1923

Feliciano Jiménez y Prudencio Reyes

Para el aderezo del templo y cohetes para las fiestas.

 

1924

Maximiliano Castellanos y Julio Santiago

 

 

1925

Evaristo Pérez y mamá Florencia Regino / Diego Castellanos y esposa Francisca Jiménez.

Para la música y limpieza del templo; rosario; pintura del templo; seguridad del templo.

Presidente municipal en turno en Reyes Etla: Abraham Castellanos

1926

Evaristo Ruiz y Diego Castellanos

Fuegos artificiales; festividad del Señor de las Peñas; seguridad del templo

 

1927

Margarito Hernández y Juan Vásquez

Fuegos artificiales; seguridad del templo; cantoras.

Presidente municipal en turno en Reyes Etla: Félix Ruiz

1928

Margarito Hernández y esposa, y Casimiro Hernández en representación de su padre, Juan Vásquez

Fuegos artificiales; seguridad del templo; limpieza del Templo del Señor de las Peñas.

Presidente municipal en turno en Reyes Etla: Manuel Regino

1991

Porfirio Jiménez Hernández y Graciela Romero

 

 

1993

Andrés Hernández y Ángela Vásquez

Limpieza del templo; adorno de la iglesia; seguridad del templo.

Autoridades municipales en turno en Reyes Etla: Guillermo Jiménez López y Aniceto F. Santiago Bautista

* La tabla se elaboró a partir de la síntesis de diversos informes y justificantes (recibos) que se emitieron para registrar los movimientos de dinero que hacía el mayordomo o los encargados de la imagen del Señor de las Peñas. Éstos proporcionan diversa información: la cantidad monetaria aportada para la caja, El nombre del mayordomo, el uso del dinero, quién era el maestro de caja en turno, por mencionar algunos, en AHAO, fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Parroquias, varios años [1857- 1894]; Archivo Municipal de Reyes Etla (en adelante AMRE), sección Presidencia, varios años [1919-1993]. Antes de 1821 existen los registros de las mayordomías en el AMRE, sin embargo, los documentos están en malas condiciones y no se puede visualizar los datos de manera correcta.
     ** Para el cargo de mayordomo de la imagen del Señor de las Peñas los participantes eran originarios de la cabecera de Villa de Etla y de sus pueblos sujetos, a partir de 1919 los mayordomos que enlistamos son originarios de Reyes Etla.

Fuentes de información

Archivos

  • Archivo Castañeda en la Biblioteca Juan de Córdova, Centro Cultural San Pablo, Oaxaca
  • Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Antequera, Oaxaca (AHAO)
  • Archivo Municipal de la Cabecera de Villa de Etla, Oaxaca (AMCVE)
  • Archivo Municipal de Reyes Etla, Oaxaca (AMRE)
  • Archivo Parroquial de San Pedro y San Pablo Etla, Villa de Etla, Oaxaca (APSPSP)

Testimonios orales y entrevistas cortas

Estos fueron recabados por la autora durante el trabajo de campo que realizó durante los años 2011-2017. Las personas entrevistadas fueron: Cristina Reyes, Pedro Gómez, Jovita Castellanos, Juana Martínez, Margarita Pérez, Ramiro Ramírez, Antonina N., Martha Martínez, Rigoberta Moreno, Vicente C., Enrique Martínez, Aurelio Reyes, Anónimo A, Anónimo B, Anónimo C, Anónimo D, Anónimo E, Anónimo F, Anónimo G.


[1] Hugo Zemelman, Problemas antropológicos y utópicos del conocimiento (México: Colmex, 1996), 77-78.
[2] Zemelman, Problemas antropológicos…, 80-87.
[3] Gwyn Prins, “Historia oral”, en Formas de hacer historia, ed. Peter Burke (Madrid: Alianza, 2003), 152-153; Yolanda Suescún y Liliana Torres, “La oralidad presente en todas las épocas y en todas partes”, Cuadernos de Lingüística Hispánica, núm. 12 (2008) 31-38.
[4] María Madrazo, El hilo de la memoria. La transformación del relato oral (Zamora: Colmich, 1997), 16.
[5] Paul Thompson, “Historia oral y contemporánea”, Historia, Memoria y Pasado Reciente, Anuario, núm. 20 (2003-2004): 15-20.
[6] Eva Rocha, introducción a Historia y testimonios orales, coord. por Cuauhtémoc Velasco (México: INAH, 1996), 14.
[7] Es importante mencionar de manera breve que la zona del Valle de Etla (beneficiada por su ubicación geográfica cerca del río Atoyac, por eso es el valle más fértil), principalmente los poblados de San Agustín, Santos Degollado, La Asunción, San Miguel, Santo Domingo y la Cabecera, es un área de mucha abundancia en agua (pozos, ojos de agua y ríos). En el periodo de gobierno de Ulises Ruiz Ortiz (2004-2010) se permitió la construcción de un proyecto de viviendas GEO-Infonavit cerca de los ejidos comunales de San Miguel Etla, autorizando (sin previo aviso a todas las autoridades comunitarias) abastecer de agua a las viviendas, lo que representó inconformidades y enfrentamientos. Otro caso más ocurrió en 2012, los representantes de las comunidades de San Agustín Etla acordaron cerrar en forma de protesta las llaves que abastecen a la ciudad de Oaxaca por querer extraer mucha más agua de lo acordado. Un ejemplo más es el saqueo de cantera rosa por parte de constructoras, lo que impacta negativamente en los ríos, la flora y la fauna.
[8] Para profundizar en la historia y características del santuario, vid. Ana Vázquez, “El Cristo del Señor de las Peñas en Reyes Etla, Oaxaca: su aparición en una peña y su devoción festiva” (tesis de maestría, CIDE, 2014), 311-321; Ana Vázquez, “El Cristo del Señor de las Peñas en Reyes Etla, Oaxaca: su aparición en una peña y su devoción festiva”, en Los cristos en la vida ritual de las comunidades indígenas mesoamericanas, coord. por Alicia Juárez y Ramiro Gómez (México: Artificio Editores, 2015), 309-330.
[9] Por identidades colectivas entendemos identidades relacionales que se presentan como totalidades diferentes de los individuos que las componen. Éstas obedecen a procesos y mecanismos determinados que expresan un sentimiento de pertenencia (territorio, símbolos, rituales y representaciones sociales), vid. Gilberto Giménez, “¿Y las identidades colectivas?”, en Decadencia y auge de las identidades. Cultura nacional, identidad cultural y modernización, coord. por Manuel Valenzuela (México: Colef / Plaza y Valdés, 2000), 58-62.
[10] Enrique Martínez, dir., Diccionario de historia moderna de España. I. La Iglesia (Madrid: Akal, 1998), 69, 104.
[11] Johanna Broda, “¿Culto al maíz o a los santos? La ritualidad agrícola mesoamericana en la etnografía actual”, en Historia y vida ceremonial en las comunidades mesoamericanas: los ritos agrícolas, coord. por Johanna Broda y Catharine Good (México: IIH-UNAM / Conaculta-INAH, 2004), 61.
[12] Lourdes Báez afirma que para los nahuas de la sierra Norte de Puebla durante este tiempo se altera el orden cósmico, pues la resurrección de Jesús asemeja la necesaria renovación de la tierra (cultivos) y en tiempos de fiesta, se dedican a sembrar y ofrendar a sus tierras para pedir a sus divinidades, ahuyentar a los animales y propiciar lluvias, vid. Lourdes Báez, “Ciclo estacional y ritualidad entre los nahuas de la sierra Norte de Puebla”, en Historia y vida ceremonial en las comunidades mesoamericanas: los ritos agrícolas, coord. por Johanna Broda y Catharine Good (México: IIH-UNAM / Conaculta-INAH, 2004), 94-95.
[13] Sobre el tema vid. Alicia Barabas, Dones, dueños y santos. Ensayos sobre religiones en Oaxaca (México: INAH / Porrúa, 2006), 200-212; Alicia Barabas, “Los santuarios de vírgenes y santos aparecidos en Oaxaca”, Cuicuilco 13, núm. 36 (enero-abril de 2006): 225-258. En estos estudios la autora pone énfasis en dos ciclos: los cristos negros y las vírgenes.
[14] Johanna Broda sostiene que la sacralización de un paisaje se hace mediante la apropiación del entorno natural (montañas, cuevas, ríos, mar, tierra) y por medio de la observación de la naturaleza, lo cual tiene como función orientar las actividades sociales, religiosas y culturales en un tiempo y espacio determinado respecto de su medio. El paisaje ritual es, entonces, aquel espacio geográfico culturalmente transformado por el hombre en que abundan numerosos lugares de culto donde se llevan a cabo ritos como parte del ciclo anual de fiestas. Vid. Johanna Broda, “Estudios sobre la observación de la naturaleza en el México prehispánico: un enfoque interdisciplinario”, en Coloquio Cantos de Mesoamérica. Metodologías científicas en la búsqueda del conocimiento prehispánico (México: Instituto de Astronomía, Facultad de Ciencias-UNAM, 1995), 77-86; Johanna Broda, “Lenguaje visual del paisaje ritual de la Cuenca de México”, en Códices y Documentos sobre México; Segundo Simposio Internacional, ed. de Constanza Vega Sosa, Salvador Rueda Smithers y Rodrigo Martínez Baracs (México: INAH, 1997), 129-161; Johanna Broda y Félix Báez, coords., Cosmovisión, ritual e identidad de los pueblos indígenas de México (México: FCE / Conaculta-INAH, 2001), 15-46.
[15] Barabas, “Los santuarios de vírgenes…”, 225-258.
[16] Barabas, “Los santuarios de vírgenes…”, 228. En la actualidad se desarrolla una investigación que analiza el circuito de visita y peregrinaje de cuatro santuarios en los Valles Centrales: el Señor del Rayo (Catedral Metropolitana, Ciudad de Oaxaca); el Santo Cristo (Tlacolula de Matamoros); el Señor de Huayapam (San Andrés Huayapam) y el Señor de las Peñas (Reyes, Villa de Etla).
[17] Vid. Luis Rodrigo Álvarez, Geografía general del Estado de Oaxaca (Oaxaca: Gobierno del Estado de Oaxaca / Carteles Editores, 1994), 34-66.
[18] Ana Vázquez, “El Encuentro o Corrida de Santos. Domingo de Resurrección en Villa de Etla, Oaxaca”, en Religiosidad popular en la Semana Santa, coord. por Ramiro Gómez (México: UIC, 2019), 55-92.
[19] El término diáspora significa dispersión, expansión. Así, llamamos Diáspora devocional a la movilidad y transformación constante de las devociones, lo cual significa que éstas no se determinan por un territorio fijo sino por las relaciones que se establecen fuera de éste. Una diáspora devocional construye otros lugares de culto por medio de circuitos de visita y peregrinaje a otros santuarios o a través de la instauración de redes festivas en otros lugares para conservar una identidad local en espacios nuevos o más amplios (como el espacio urbano o el espacio en otros países). Sobre la devoción a un Cristo, menciona Navarrete, que la “diáspora de un culto” va más allá del territorio donde está implícito por las complejas prácticas simbólicas. El autor propone entender esta expansión como “puntos radiales del culto” o “entrecruces culturales”, vid. Carlos Navarrete, introducción a En la diáspora de una devoción. Acercamientos al estudio del Cristo Negro de Esquipulas, ed. de Carlos Navarrete (México: IIA-UNAM, 2013), 13, 14, 30.
[20] Observaciones de campo que se han registrado durante la investigación. Consultar: Ana Vázquez, “Cristos hermanos: el Señor de las Peñas y el Señor de Huayapam. Circuito de visita en los Valles Centrales de Oaxaca”, Voces. Diálogo Misionero Contemporáneo [Memorias del Observatorio de Religiosidad Popular (ORP), 3a, 4a y 5a reuniones plenarias], núm. 49, año 25 (2018): 289-319; Ana Vázquez, “Aproximaciones históricas y etnográficas: la devoción popular del Señor del Rayo en la ciudad de Oaxaca”, Revista Intersticios. Filosofía. Arte. Religión [número especial: Religiosidad popular: interculturalidad en la expresión religiosa], núm. 47, año 22 (2017): 65-84.
[21] Este último registro de campo es de Liana Jiménez y Emmanuel Posselt, Tiempo, paisaje y líneas de vida en la arqueología de Núu Savi (La Mixteca, México) (Leiden: Leiden University Press, 2018), 122.
[22] El valle de Etla fue una zona que albergó otros lugares de culto además de Reyes, como Huitzo, San José Mogote, Suchilquitongo, Hacienda Blanca y el Trapiche. La comunidad de Reyes perteneció a un antiguo señorío zapoteco que abarcaba Las Peñitas; éste llevaba por nombre Loohvana, vid. Marcus Winter, “Arqueología de los Valles Centrales de Oaxaca”, Arqueología Mexicana, número 26 (1997): 6-17, y Enrique Fernández, “San José Mogote, Etla”, Arqueología Mexicana, número 26 (1997):18-23; vid. Arqueología Mexicana. Edición especial: Recorridos por Oaxaca Valles Centrales. Arqueología, naturaleza, historia, arte y tradiciones, número 24 (2007): 6-41. Sobre la zona arqueológica de Las Peñitas vid. Juan de Dios Gómez Ramírez, Las ciudades de los Binigulaza. Loohvana. El valle de Etla. Guía arqueológica (Oaxaca: Distrito de Etla-Binigulazáa A. C., 1997).
[23] María del Carmen Martínez Sola, “Conquista espiritual de Oaxaca, Fundaciones, San Pedro Etla”, en El obispo fray Bernardo de Alburquerque. El marquesado del Valle de Oaxaca en el siglo XVI (México: Instituto Oaxaqueño de las Culturas, 1998), 122-124.
[24] Villa de Etla (cabecera) y sus catorce pueblos sujetos: San Pedro, Reyes, Nativitas, Guelache, Santo Domingo, La Asunción, San Agustín, San Gabriel, San Miguel, San Lázaro, Guadalupe, San Sebastián, Santiago y San Pablo.
[25] Archivo Parroquial de San Pedro y San Pablo Etla (en adelante APSPSP), Libro 1 de Cordilleras de 1776 a 1804, carta 29, f. 90.
[26] APSPSP, Libro 1 de Cordilleras de 1776 a 1804, carta 42, ff. 199 y 221-222
[27] APSPSP, Libro 1 de Cordilleras de 1776 a 1804, ff. 282-285.
[28] Archivo Municipal de la Cabecera de Villa de Etla (en adelante AMCVE), caja: Papeles sueltos y en mal estado, planos e imágenes. Mapas donde se muestra la distancia de Reyes a la Cabecera de Etla.
[29] Testimonio oral: Aurelio Reyes Ramírez. Arquitecto de la comunidad quien ha prestado sus servicios de restauración para el templo y la imagen, además participa activamente en la organización de la festividad en Villa de Etla.
[30] APSPSP, Libro 1 de Cordilleras de 1776 a 1804, y Libro 2 de Cordilleras 1804-1815, ff. 83-100.
[31] AMCVE, caja 1 Presidencia: 1821-1921; caja 8 Presidencia: festividades y mayordomías 1993; caja 21 Presidencia: 1983-1986; Documentos sin fecha/varios; caja 4 Sindicatura, Festividades 1994. Se tiene registrado en el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Antequera Oaxaca y en el AMCVE, a partir de 1821 hasta 1993 el nombre los personajes que fungieron como mayordomos, durante qué años, qué aportaron a la comunidad con el dinero recaudado y algunos otros datos sobresalientes. Consúltese la tabla 1 al final del texto. Existen datos sobre los mayordomos antes de 1821 en el AMCVE; lamentablemente, los documentos están en muy mal estado.
[32] Centro Cultural San Pablo, Fondo Castañeda, “De la traslación de la milagrosa imagen del Señor de las Peñas a esta capital y de las demás funciones religiosas que con este motivo se han de verificar”, 10 de octubre de 1853, 1 p., caja 404/c18, Impreso firmado por Francisco María Cházari y Juan R. Ramírez de Aguilar; AHAO, siglo XIX, fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Parroquias, caja 600, año 1886, “Expediente relativo a la solicitud que hacen los del pueblo de Reyes, Etla, a fin de que se les conceda trasladar a la Imagen del Señor de las Peñas a su Templo, situado en terrenos de dicho pueblo y cuya imagen existe hoy en el Templo de la cabecera de la parroquia de Etla”, Oaxaca, abril 6 de 1865.
[33] AHAO, siglo XIX, fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Parroquias, caja 600, año 1886, “Expediente relativo a la solicitud”. También encontramos la referencia de la imagen y sus atuendos desde 1778 en el APSPSP, Libro 1 de Cordilleras de 1776 a 1804, “Libro de Inventario de todas las Iglesias pertenecientes a este Curato de San Pedro Villa de Etla, dicho en este año de 1778. Siendo curas coadjutor en ella el Br. Don José Domingo de Cortavarria y Agüero. Hoy 2 de mayo de 1778”, foja 69.
[34] Testimonio oral de peregrinos de Puebla. Un ejemplo sobre el festejo paralelo en dos comunidades es lo narrado entre Santa María Amialtepec y Santa Catarina Juquila. Los peregrinos afirman que la imagen de la Inmaculada apareció en el río de Amialtepec pero fue trasladada a la cabecera, aunque la imagen se regresó varias veces por fin se quedó en Juquila después de que le construyeron un templo para resguardarla. En ambas comunidades festejan a la virgen el 8 de diciembre. Un ejemplo más es la disputa (febrero, 2019) que generan los lugares sagrados, por ejemplo, el derivado entre Santiago Yaitepec y Santa Catarina Juquila, específicamente el cerro del Pedimento, con ello la festividad y el flujo de peregrinos.
[35] Testimonio oral: Pedro Ángel Gómez Ruiz.
[36] Prins, “Historia Oral”, 154-159.
[37] Testimonio oral: Anónimo A, marzo de 2013; Testimonio oral: Anónimo D, marzo de 2014; “Villa de Etla. Espacio entre nubes”, Vida Oaxaca 1, núm. 3 (2010): 11.
[38] Testimonio oral: Jovita Castellanos López, marzo de 2013.
[39] Testimonio oral: Rigoberta Moreno Santos, marzo de 2013.
[40] Caldear significa pasar, frotar, calentar ceremoniosamente la planta de los pies en la piedra sagrada en forma de huella.
[41] Un culto similar a una huella en una roca es en el cerro Juricahui, en Sinaloa; Francisco Mendiola, quien recopila los datos sobre huellas y manos del arte rupestre, dice que tales son reinterpretados por los indígenas, convirtiéndolos en lugares sagrados por verse una huella en forma de pie humano, como lo que sucede con los indígenas mayos, que llaman huella o piecito de Dios, porque Dios caminó por esos lugares, le rinden culto y colocan veladoras. El señor Alejandro Valenzuela, indio mayo, afirma que: “El piecito de Dios es milagroso […] se pone el pie de uno y se curan todos los males, se cumplen los deseos y se le pide al Señor que se resuelven todos los problemas”, en Francisco Mendiola, “Representación de manos y pies en el arte rupestre del norte de México. Los casos de Chihuahua y Sinaloa”, Arqueología Mexicana. Manos y pies: símbolos prehispánicos XII, núm. 71 (2005): 57.
[42] Testimonio oral: Rigoberta Moreno Santos, marzo de 2013.
[43] Testimonio oral: Juana Martínez Taibo, marzo de 2013. La palabra pidió significa que su prometido realizó la pedida de mano a sus padres para formalizar el inicio de su matrimonio.
[44] El huizache y el romero son arbustos que se encuentran en zonas áridas y semiáridas. Sirven para el alivio del dolor de estómago, para bajar la fiebre, para dolores de parto, para curar empacho.
[45] Testimonio oral: Anónimo B, marzo de 2013.
[46] Testimonio oral: Martha Martínez Sánchez, marzo de 2013.
[47] Alfredo López, “El mal del aire en el México Prehispánico”, en Sociedad Mexicana de Antropología. Religión en Mesoamérica, XII Mesa Redonda (México: Sociedad Mexicana de Antropología, 1972), 400.
[48] López, “El mal del aire”, 400.
[49] López, “El mal del aire”, 400.
[50] Testimonio oral: Anónimo C, marzo de 2013.
[51] En general el tema de los pedimentos en el área oaxaqueña ha sido poco tratado, no existe un estudio específico sobre este tipo de ofrendas y su significado en los diversos santuarios. Sin embargo, respecto de la representación de miniaturas en rituales festivos fuera de Mesoamérica encontramos algunos ejemplos similares, como el trabajo de campo de Junko Seto, entre los aymaras en América del Sur, es interesante por la comparación geográfica que ofrece. De acuerdo con la autora, esta clase de miniaturas expresan no sólo necesidades materiales sino “actos no materiales” como es la siembra ritual. El caso registrado es la representación de un ritual llamado Alasita, que es la producción (en escala reducida) de la papa (desde la siembra hasta la cosecha) en el mes de agosto. Para la autora, afirma que este ritual sirve para “constituir un precursor, para originar o atraer lo real”. El ritual consiste en la adquisición de objetos (canastas, costales, camión) en miniaturas para simular la siembra de la papa. De hecho la autora hace referencia a los pedimentos de Oaxaca como ofrendas equiparables de lo que la gente quiere obtener. Para profundizar más en su trabajo consúltese Junko Seto, “La representación mediante la miniatura en rituales aymaras en torno a la Alasita”, Fides Et Ratio 12 (2016): 101-126. Otro ejemplo más es el trabajo de Carlos Navarrete en Centroamérica y Guatemala; en particular, hace mención de las miniaturas que ofrecen los peregrinos al Cristo Negro de Esquipulas, alrededor de los santuarios (cerros). Esas miniaturas las nombran los peregrinos como “casitas de las esperanzas” y representan, de acuerdo con el autor, rogativas en miniatura de lo que se desea (salud, casa, trabajo). Navarrete llama a esto un “acto de magia imitativa”, en Carlos Navarrete, “De las deidades oscuras prehispánicas a los cristos negros mesoamericanos”, Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 3, núm. 2 (2015): 248-263.
[52] Testimonio oral: Juana Martínez Taibo, marzo de 2013.
[53] Testimonio oral: Juana Martínez Taibo, marzo de 2013.
[54] Testimonio oral: Anónimo D, marzo de 2013.
[55] José Alcina, “La cosmovisión mexica en el contexto de Mesoamérica”, en Congreso de Historia del Descubrimiento, t. I (Madrid: Real Academia de la Historia, 1992), 241-284.
[56] Broda, “Lenguaje visual del paisaje ritual...”, 156.
[57] Federico Aguilera, “El agua como activo social”, en El agua, mitos, ritos y realidades, coord. por José González y Antonio Malpica (Barcelona: Anthropos / Diputación Provincial de Granada, 1995), 359-374.

Compártelo

  • Hamburgo 135, Colonia Juárez, Alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, CP 06600
  • (55)4166-0780 al (55)4166-0784

Narrativas Antropológicas, primera época, año 6, número 11, enero-junio de 2025, es una publicación electrónica semestral editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Secretaría de Cultura, Córdoba 45, col. Roma, C.P. 06700, alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, www.revistadeas.inah.gob.mx. Editor responsable: Benigno Casas de la Torre. Reservas de derechos al uso exclusivo: 04-2019-121112490400-203, otorgada por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la ultima actualización del número: Iñigo Aguilar Medina, Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, Av. San Jerónimo 880, col. San Jerónimo Lídice, alcaldía Magdalena Contreras, C.P. 10200, Ciudad de México; fecha de última actualización: 10 de enero de 2025.

Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la opinión del editor. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin la previa autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Contacto: narrativas_antropologicas@inah.gob.mx