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Claude Lévi-Strauss: una mesa sobre la que otros escriben. Entrevista a María Eugenia Olavarría

 

Héctor Adrián Reyes García
ENAH / UACM / hsrg-18@hotmail.com

Fecha de recepción: 03 de agosto de 2021
Fecha de aprobación: 23 de septiembre de 2021

1967 enciende el destello de aquel extraño que diversificaría lo cercano. Entre las rúbricas de un literato, la antropología de Claude Lévi-Strauss atrapó la intelectualidad de algunos mexicanos. En ese año Octavio Paz —buscando replantear con el método estructuralista la experiencia poética— publica Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo; para algunos, el material exhibía la mala interpretación del autor, para otros, abre la puerta a la difusión de un sistema de conocimientos que capta la diferencia y la invariancia de la vida humana.[1] Una óptica distante que bien podría adentrarse al decir y el hacer de las antropologías mexicanas, un tanto renuentes a las ideas que aparentemente se alejaban de la rebelión y lo rebelde. Por ejemplo, la hostilidad de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) hace que el profesor Ricardo Ferré sea despedido de la docencia porque enfocaba sus cursos bajo la obra Antropología estructural; la justificación fue la incomprensibilidad para los estudiantes de ese entonces, a pesar de que en 1962 el Fondo de Cultura Económica (FCE) publicó la traducción al español de El pensamiento salvaje y El totemismo en la actualidad.

La ola lévi-straussiana arrasó con algunos grupos: profesores y estudiantes empezaron a incluir en sus cursos las obras del antropólogo. Directamente en francés se leyeron fragmentos, capítulos y —si era posible— libros completos.[2] La discusión sumaba, se colocaba como la sombra del aura marxista que a la enah caracterizaba. En la década de los setenta el énfasis se manifiesta en algunos trabajos de grado y en cursos sobre teoría del parentesco o directamente sobre estructuralismo, difundidos en la enah, en la Universidad Iberoamericana (Ibero) y en la Universidad Autónoma Metropolitana (uam).[3] La preparación del escenario quedaba inconclusa, pero era necesaria la presencia del difusor de la tendencia. Lévi-Strauss llegó a México en febrero de 1979 a recibir el doctorado honoris causa por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). El espacio para las conferencias se dio en la misma unam y en la enah.

La visita del homenajeado “fue para la antropología de este país, la culminación de un ciclo y la apertura de uno nuevo”.[4] Su presencia movilizó a los interesados y la profesionalización antropológica puso en evidencia la necesidad de su diversificación. En la enah se propuso reabrir la licenciatura de Etnología con una clara diferencia de la de Antropología Social; se perfila la urgencia del análisis de otras teorías. Como es de suponer, la desacreditación fue el pan de cada día. Poco a poco el holograma lévi-straussiano se dispersó en el campo de la antropología, se suman simpatizantes e instituciones que en conjunto organizaron seminarios y congresos para homenajear o divulgar las investigaciones que seguían los presupuestos estructuralistas, con apoyo del Instituto Francés de América Latina (ifal). El primero fue en 1984, y se le llamó Palabras devueltas..., un acto recíproco al texto que Lévi-Strauss publicó en ese año: Palabras otorgadas. A pesar de la invitación, el antropólogo no acudió, envió una carta justificando su ausencia; agradeció a los jóvenes de ese entonces que reflexionaran sobre su obra, tomando en cuenta que esas ideas —en Francia— ya eran un tanto “viejas”. Siete años después muchos de los participantes propusieron otro encuentro a raíz de la muerte de Edmund Leach y el legado estructuralista fue recurrente. A la par, en la enah Marie-Odile Marion organizaba seminarios a cargo de otras generaciones estructuralistas: Françoise Héritier, Maurice Godelier y Philippe Descola.[5] Finalmente, en 2008 se presentó otro coloquio internacional que coincidía con el centenario del que para muchos fue su maestro.[6]

En los tres espacios la participación de María Eugenia Olavarría fue importante, como expositora y organizadora. Su madurez intelectual la posiciona como una de las principales difusoras de las tesis estructuralistas. Formó parte de los estudiantes que en la enah buscaban el regreso de la etnología. Se especializó en esa disciplina; es doctora en Ciencias Antropológicas y profesora-investigadora del Departamento de Antropología de la uam-Iztapalapa. Sus propuestas han roto fronteras, Francia la ha recibido con estancias de investigación y como titular de grupos de investigación y de algunas cátedras.[7] En la antropología mexicana su nombre es referente para el estudio de los mitos, la ritualidad, el cuerpo y los sistemas de parentesco. Por décadas se especializó en las comunidades yaquis del noroeste de México. La suma de conferencias, artículos, libros, dirección y asesoramiento de tesis sobre esos temas es inmensa, El cuerpo flor. Etnografía de una noción yoeme es uno de los libros que la galardonaron con el Premio Fray Bernardino de Sahagún en 2010; ese trabajo recibió mención honorifica, fue una de las mejores investigaciones en la categoría de Etnología y Antropología Social. En 2019 se reafirmó el reconocimiento: con La gestación para otros en México. Parentesco, tecnología y poder vuelve a obtener el mismo premio. Éste es uno de los textos que mejor retrata lo que desde hace algunos años investiga Olavarría, sin dejar de lado el enfoque antropológico y el arte de la etnografía, reflexiona sobre los parentescos urbanos y las biotecnologías de la reproducción humana, las redes y sus sistemas de mercado.

Sobre el tema que nos une, en 2012 Olavarría muestra la lectura que ha hecho sobre el estructuralista francés. Retrata un sistema de conocimientos que obligaron a pensar las diversidades humanas desde otros términos; asegura que, desde su llegada, todos tenemos un poco de estructuralistas. Lévi-Strauss es el nombre de ese libro, en cada página lleva a pensar la importancia de un clásico de la antropología que es vigente hasta nuestros días. Más que una entrevista, lo que sigue es una charla que intenta conectar con el Lévi-Strauss que pisó México en 1979 y con el que en 2010 dejó el cuerpo para reafirmar la popularidad y las enseñanzas de quien enseñó que no existen fronteras, a pesar de que en sus últimos años, no se sentía parte de esta vida. Claude Lévi-Strauss es una figura inconstante en el anecdotario y en la puesta en práctica de la antropología mexicana. Por eso es interesante hacer pública esta charla —entre voces y recuerdos—, con una pregunta que se formula la misma María Eugenia Olavarría: “¿qué podría decirse hoy, en México, tanto del efecto de su obra como del sedimento que ha dejado en el pensamiento de las últimas décadas?”.[8]

—Me gustaría resaltar un conjunto de ideas que enuncia en el artículo “A propósito del centenario de Lévi-Strauss: Presencia del estructuralismo en la antropología mexicana”, publicado en 2008. Concluye el texto recordando lo que enunció Claude Lévi-Strauss y que en “Le structuralisme en Amérique” parafraseó Marshall Sahlins.[9] Nos dice: “no se trata de mostrar cómo los antropólogos piensan el estructuralismo, sino en mostrar cómo el estructuralismo ‘se piensa’ en los antropólogos y en esa medida, es susceptible de múltiples traducciones”.[10] En este orden de ideas, le pregunto, para la Dra. María Eugenia Olavarría: ¿cómo se piensa el estructuralismo?, ¿qué impacto le genera el pensamiento de Lévi-Strauss, como investigadora y en un inicio, como estudiante?

—Esto me remonta a finales de 1970, en la enah, cuando ingresé a la especialidad de Etnología. En ese entonces ya no existía la especialidad, sólo estaba Antropología Social, pero un grupo de profesores y alumnos encabezados —sobre todo— por Jesús Jáuregui, Murilo Kuschick y otros, decidimos reabrir la especialidad de Etnología. Porque el programa que se impartía en Antropología Social ignoraba muchos de los antropólogos importantes del siglo XX, hasta ese momento. Entre ellos, Lévi-Strauss. Fue en las clases de Jesús Jáuregui, Murilo Kuschick, Guillermo Díaz de León y Cesario Morales en donde nos los dieron a leer y pudimos conocer a Lévi-Strauss. En este momento, estamos hablando de un periodo en el que la enah no contaba con un cuerpo docente fuerte, los alumnos teníamos que pedirles a los investigadores que nos fueran a dar clase; al final, era un poco caótico.[11] En ese entonces la lectura de Lévi-Strauss —para mí— fue lo más coherente que pude encontrar. Sí, me proporcionaba una seguridad filosófica, existencial, cognitiva, ¡impresionante! Leímos algunos artículos de Lévi-Strauss de Antropología estructural, capítulos, pero los consultamos y leímos de primera mano, en la lengua original. También lo hicimos con Las estructuras elementales del parentesco, en la clase de “Antropología del parentesco” que impartía Jesús Jáuregui. Descubrimos un universo conceptual que te permitía pensar qué era la antropología y de ahí me sedujo, me maravilló y si puedo decirlo, me llevó a no querer abandonar esa disciplina, la etnología, ¡nunca más!

En ese momento, en la enah no sólo Lévi-Strauss, sino que otros autores que no estaban dentro de determinada línea de pensamiento eran denostados, eran menospreciados; quienes los leíamos éramos acusados de pequeños burgueses, colonialistas, etcétera. Injustamente, porque ya se sabía desde entonces, que en su juventud Lévi-Strauss fue uno de los materialistas franceses, incluso hizo varias publicaciones y muchas veces, en muchas ocasiones, él mismo reivindicó su posición materialista. Entonces, por ahí fue que iniciamos, a finales de los setenta, esta lectura directa de Lévi-Strauss, porque hasta la fecha, muchos conocen a Lévi-Strauss no sólo por sus traductores, digamos literales al castellano o a otros idiomas, sino por personas que hacen paráfrasis de su obra y nosotros, ahí en Etnología, en la enah, tuvimos la oportunidad de leerlo de primera mano con mucho cuidado, mucho interés, nos deteníamos en cada capítulo.

—¿Tuvo la oportunidad de estar en la visita que hace Claude Lévi-Strauss a México en 1979?

—Sí, sí estuve. Claro, ya entonces Jesús Jáuregui, Guillermo Díaz de León y Murilo Kuschick, que aparecen en la foto que está en las primeras páginas del libro Palabras devueltas: homenaje a Lévi-Strauss,[12] ya eran mis profesores. En ese entonces tenía 20 años de edad y sí recuerdo perfectamente esa sesión: el ver al maestro caminar, entrar a la enah, fue una impresión muy fuerte —a pesar de este clima que le comentaba— pues el auditorio estaba a reventar y él se veía contento. No sólo estuve en esa sesión de la enah sino también en la conferencia que dio en el entonces llamado Aeropuerto en la Facultad de Filosofía y Letras, en el Aula Magna de la UNAM, en donde también fue muy entrañable su participación, y en efecto creo que había en ese entonces (en la ENAH y en la antropología mexicana en general) varias preguntas que se le querían plantear. Por ejemplo: ¿qué si sus propuestas tenían importancia disciplinaria y científica?, ¡por supuesto!

Otra cuestión que se discutió en ese entonces fue la noción de casa, sí, con este momento se publicó Antropología estructural ii, donde él ya proponía la noción de casa (maison) para caracterizar algunos sistemas de parentesco y había la inquietud de que esta noción se pudiera estudiar o aplicar, como si fuera una herramienta, al México prehispánico, a algunas sociedades o algunos estratos prehispánicos como lo fue en algunos estudios.[13] Pero sí, claro que recuerdo al gran maestro atravesando el atrio de la enah. Después tuve el honor de verlo varias veces, en 2006, en el Laboratorio de Antropología Social durante una estancia mía, en el Collège de France. Él, asistía martes y viernes, iba a su oficina sobre todo a ver la correspondencia y los asuntos pendientes, ya era un profesor retirado. Claro, en ese entonces tenía más de 90 años, pero asistía alrededor de las 12 del día (de 12:00 a 2:00) a su oficina en el Laboratorio de Antropología, en la calle Cardenal del V distrito de París, y para llegar a su oficina tenía que recorrer —atravesar— la biblioteca donde nos encontrábamos muchos ahí estudiando, y cuando él pasaba, pues se hacía aún un mayor silencio, todo mundo dejaba de ver sus libros, de leer lo que estaba ocupado leyendo para seguir con la vista a Claude Lévi-Strauss.

—Hace algunos años en un diplomado organizado por la Coordinación de Antropología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) escuché una expresión que de forma análoga se comentaba entre los asistentes a la presentación de la colección Los sueños y los días. Chamanismo y nagualismo en el México actual, en el marco del III Congreso Mexicano de Antropología Social y Etnología, en 2014. Usted presentó el volumen 1 de esa colección, el destinado a los pueblos del noroeste, y en la verbena se decía: “Claro, la Dra. Olavarría, es una estructuralista de las duras”. Las palabras se me quedaron muy grabadas, le pregunto: ¿se considera estructuralista?

—Bueno, creo que no estaría de acuerdo en que el estudio de una disciplina, de un cuerpo de conocimientos como es el estructuralismo, se convierta en una característica ontológica. Es decir, si alguien dice: “es estructuralista”, ¡no! Una persona no cambia su ser, no cambia su ontología, o sea yo no estoy de acuerdo en que se diga fulano es constructivista o fulano es perspectivista, no tengo esa relación con el estructuralismo, digamos, ontológica. No me considero una persona estructuralista sino una antropóloga que encuentra en el estructuralismo de Lévi-Strauss muchas respuestas, y sobre todo, porque están ligadas a la investigación. Es decir, yo he pasado de un más a un menos estructuralismo, si se quiere ver así. Porque mi investigación me ha llevado a conocer y experimentar con otros autores.

Lévi-Strauss es, como dice Michel Foucault, no nada más para los que digamos, somos (entrecomillas) estructuralistas, sino que es un mueble, así lo definía Foucault. Es una mesa sobre la cual muchísimos pensadores escriben, se sostienen sobre ella, porque su pensamiento es tan grande, su crítica al positivismo y su visión de la historia misma y de muchas otras cuestiones, pues va mucho más allá de las personas que se autodefinen o que son caracterizadas como estructuralistas. Podemos encontrar en muchos pensadores la impronta de Lévi-Strauss sin que se definan estructuralistas y muchos que se definen estructuralistas que Lévi-Strauss no se reconocería en ellos. De hecho, Lévi-Strauss no se reconocía en ningún discípulo, él decía que él no tenía discípulos. En sus trabajos, él no se reconocía en ningún trabajo antropológico posterior a él, no quería reconocerse porque justo estimaba la originalidad y la libertad de pensamiento, no el seguimiento de una doctrina.

—Regresando a la presencia de Lévi-Strauss en la enah y a partir de ahí, en distintas instituciones de corte universitario, ¿cuáles serían las primeras investigaciones que empiezan a surgir en el campo antropológico a partir del estructuralismo?, ¿quiénes son los primeros investigadores?

—Todo eso lo tengo bien documentando en un artículo de 2008, publicado en aibr, la Revista de Antropología Iberoamericana. El arte del estructuralismo en Francia y en el mundo fue en los años sesenta, y en estudios mexicanos de manera pionera tenemos a Nye Ross Crumrine que escribe sobre análisis estructurales en rituales y mitología mayo.[14] También Félix Báez-Jorge, de la Universidad Veracruzana, experimentó muy prontamente con el estructuralismo en México.[15] En mi generación lo tuvimos un poco más digerido. No hay que olvidar el gran impulso que dio en lengua castellana sobre el conocimiento de Lévi-Strauss, Octavio Paz. Fue un difusor. Un traductor, en el mejor sentido del término, en toda Latinoamérica.

—Las propuestas de Lévi-Strauss, ¿siguen siendo pertinentes en las “nuevas” antropologías o han sido sustituidas por las que en la actualidad se encaminan a la “novedad”?

—El desarrollo de las disciplinas científico-humanísticas es imparable. Siempre va a haber cambios, novedades, me opongo a decirle humanas, porque es una manera de denostar algo que es tan interesante como el mismo cambio. Llevamos más de cincuenta, casi sesenta años de El pensamiento salvaje de Lévi-Strauss —ya le está entrando la vejez—, pero las tendencias contemporáneas en antropología como el perspectivismo, las ontologías amazónicas abrevan totalmente del estructuralismo, de Mitológicas y de Lévi-Strauss, eso se puede ver claramente en el homenaje que se hizo en México en 2008 al centenario de Lévi-Strauss, y la gran exposición que hizo en ese momento Eduardo Viveiros de Castro que habla de Lévi-Strauss postestructuralista.[16] Estas corrientes contemporáneas, dando nombres como Eduardo Viveiros de Castro, Philippe Descola, Anne-Christine Taylor, el propio Bruno Latour, no existirían sin Lévi-Strauss. En la crítica del empirismo y del positivismo que Lévi-Strauss dejó en el pensamiento del siglo XX es indudable. No se puede entender a Descola y a Tim Ingold, sin haber leído a Lévi-Strauss. Entonces, es una pieza fundamental.

—¿Qué tan útil le han sido las propuestas de Lévi-Strauss y cómo las ha incluido en sus investigaciones?

—Alguna vez el propio Lévi-Strauss dijo que él no le pedía a la etnología ser útil. De hecho, decía: “hay antropología fácil, hay antropología útil y hay antropología poética”. Entonces, yo encuentro en Lévi-Strauss la antropología poética. Me parece que es un cuerpo de sentido al que no se le puede pedir que sirva para algo, aunque en sus postulados más profundos sea una crítica demoledora al empirismo y al positivismo. Proporcionó un marco de sentido general a la búsqueda, pero de entre todo lo poético que podría yo encontrar en “el átomo del parentesco”, en Mitológicas o en Las estructuras elementales del parentesco, considero que, para mí, lo más importante de Lévi-Strauss está en su perspectiva etnográfica. Es decir, en el momento en el que nos dice: “el antropólogo escribe como si fuera otro y le da la voz a los otros”. Creo que eso es lo que me resulta más importante. Dentro de los cuatro tomos de Mitológicas, el conocimiento que despliega de esas sociedades estudiadas por él, tanto las amazónicas como las de la Columbia Británica y demás, eso, yo creo que es lo más disfrutable de su obra.

—Usted tiene contacto con las nuevas generaciones tanto en México como en otras partes del mundo, ¿cómo ve ese vínculo entre el pensamiento de Lévi-Strauss y esas generaciones?

—Hay que decir algo: la aceptación o no de Lévi-Strauss no está dada por la generación. De hecho, en mi generación y en las anteriores hay colegas que no han leído a Lévi-Strauss por una convicción política y te lo dicen: “yo no he necesitado leer nada de eso”, y están en contra de que se enseñe Lévi-Strauss. En mi propio Departamento en la uam-Iztapalapa, el Departamento de Antropología, Ángel Palerm —uno de sus fundadores— estaba totalmente en contra de que se enseñara el estructuralismo.[17] Entonces, pues desde ahí, me considero una sobreviviente en ese Departamento, desde el momento en que era tabú leer a Lévi-Strauss. No es que todos los antropólogos-investigadores de mi generación hayan recibido gustosamente la obra de Lévi-Strauss, tuvo muchísima oposición, muy fuerte, y muy pasional. Había grandes debates y en algún momento muchos antropólogos se negaban a siquiera mencionarlo. Tanto es así que en el homenaje de 2008 pudimos convocar en México y Latinoamérica, en Francia y en España, a autores dispuestos, gozosos de participar en este homenaje, pero en ese momento pudimos constatar que no eran los antropólogos en su mayoría quienes festejaban el centenario de Lévi-Strauss, ni muy cercanamente a esta fecha, su muerte, sino que fundamentalmente filósofos, semiotistas e historiadores del arte eran los que celebraban, digamos en el buen sentido del término, tanto el centenario como la muerte de Levi-Strauss. Lo que quiero decir es que, entre los antropólogos, todavía Lévi-Strauss causa desconfianza, resquemor entre muchos de ellos, por razones diría yo, políticas.

—Para finalizar, ¿le gustaría agregar un comentario más a esta charla?

—Para mí, fue un disfrute el haber tenido la oportunidad de que estos maestros nos introdujeran al campo y tuviéramos la oportunidad de discutirlo y explorarlo en todas sus fases, yo lo veo como un gran gusto, un gran placer, una gran oportunidad de vida. No es para mí el estructuralismo una bandera a defender, ni un cuerpo dogmático que no se deba tocar. Es un goce experimentarlo y también transmitirlo. Porque si dices cómo es que lo piensan los viejos, las generaciones que ya tenemos más de 60 años, no es que todos hayamos aceptado a Lévi-Strauss, no, y cosa parecida se da con las jóvenes generaciones, tienen la misma libertad de pensamiento. A algunos les gustará, otros no se verán identificados, siempre es un reto leerlo. Siempre será un reto encontrar, seguir su argumentación, pero en eso radica un gran gusto, un gran placer, un placer estético.


[1] Anticipándose a la propuesta de Paz, Tomás Segovia y Gabriel Careaga presentan en México sus primeros acercamientos, no tan impactantes como los del poeta. El primero, en la unam, dicta la conferencia “Monsieur Lévi-Strauss y la pianola”, y el segundo, publica “Sociología y estructuralismo” en la Revista Mexicana de Ciencias Políticas. Nicole Giron, Ives Marie Gourio y Jesús Jáuregui, presentación a Palabras devueltas: homenaje a Claude Lévi-Strauss, ed. de Jesús Jáuregui e Ives Marie Gourio (México: INI / IFAL / cemca, 1986), 11-12.
[2] Por cierto, en 1950 Lévi-Strauss envía a la biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) un ejemplar autografiado de Las estructuras elementales del parentesco, el material fue recibido, pero pasó inadvertido entre los anaqueles que acumulaban textos, polvo y recuerdos.
[3] Tempranamente, François Lartigue impartió un curso sobre Las estructuras elementales del parentesco, en la Ibero, en 1969. En 1972 Félix Báez-Jorge se titula en la Universidad Veracruzana con un trabajo sobre los zoques-popolucas con filiación lévi-straussiana. En otro ángulo, Iván Zavala reflexiona sobre el método estructuralista y se titula en la unam en 1974. Entre 1976 y 1977, Jesús Jáuregui dicta un curso sobre Las estructuras elementales... en la enah y con la colaboración de Juan Castaingts se discute El totemismo en la actualidad, El pensamiento salvaje y las Mitológicas, ya en la enah de Cuicuilco —recién iniciados los ochenta— reflexionan sobre la religión y la magia. Roberto Varela, en 1978 también se suma a la lista y en el Departamento de Antropología de la uam inicia un curso sobre estructuralismo. Giron y Jáuregui, presentación a..., 13-14.
[4] Blas Román Castellón Huerta, “La elipsis y el sentido: treinta años de transitar por el estructuralismo”, Bricolage. Revista de Estudiantes de Antropología Social y Geografía Humana. 100 años con Lévi-Strauss, núm. 16 (enero-diciembre de 2008), 58.
[5] A la lista de publicaciones que suman al tema, estos espacios trajeron a la academia: Antropología simbólica, en 1995, y SimboLógicas, en 1997, bajo la coordinación de Marie-Odile Marion.
[6] Los organizadores de los congresos publicaron las memorias de cada uno. Los tres libros dejan huella de algunas problemáticas que la antropología mexicana ha enfrentado a lo largo de su historia y que en la actualidad sigue el interés muchos. Bajo la edición de Marie Ives Gourio y Jesús Jáuregui, se publica en 1986 Palabras devueltas: homenaje a Claude Lévi-Strauss. Diez años después Jáuregui, de la mano de María Eugenia Olavarría y Víctor Franco Pellotier, coordinan Cultura y comunicación: Edmund Leach in memoriam, y en 2010, junto a Olavarría, Saúl Millán y Carlo Bonfiglioli hacen lo propio con Lévi-Strauss: un siglo de reflexión.
[7] Para ejemplificar su labor docente, María Eugenia Olavarría ocupó en Francia, entre 2013 y 2014, la Cátedra Alfonso Reyes en el Institut des Hautes Études de Amérique Latine de la Universidad Sorbonne Nouvelle; “Lévi-Strauss en América Latina” y “Parentescos, interculturalidad y migración en América Latina” fueron los nombres que le dio a sus cursos.
[8] María Eugenia Olavarría, “A propósito del centenario de Lévi-Strauss: Presencia del estructuralismo en la antropología mexicana”, AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana, núm. 2 (mayo-agosto de 2008), 127.
[9] Marshall Sahlins, “Le structuralisme en Amérique”, Magazine littéraire, núm. 5 (4o. trimestre de 2003), 78-80.
[10] El legado del estructuralismo francés en la antropología mexicana y las apuestas que alrededor del tema han soslayado los estudios sobre economía, organización social y ceremonial, simbolismo, parentesco y mitología han sido reseñados por la Dra. Olavarría en el manuscrito de 2008 y en una versión preliminar publicada en el mismo año, con el título “El estructuralismo en México: una reseña”, en el volumen 8 de Inventario Antropológico. Anuario de la revista Alteridades (México: UAM / UAY, 2006).
[11] En un texto que cuestiona las “afirmaciones incorrectas” sobre la antropología marxista en México, Jesús Jáuregui recuerda que, al finalizar los sesenta, la enah empezaba a enfrentar “limitaciones académicas”. Por un lado, algunos antropólogos la abandonan para instalarse en la Universidad Iberoamericana. Por el otro, las revoluciones derivadas de ese momento histórico incitaron a la eliminación de materias antropológicas, así como a la exclusión de antropólogos por economistas, sociólogos, filósofos, líderes izquierdistas o del “marxismo radical” para ocupar las cátedras sobre los problemas sociales de la contemporaneidad. Jesús Jáuregui, “La antropología marxista en México: sobre su inicio, auge y permanencia”, Inventario Antropológico. Anuario de la revista Alteridades, vol. 3 (México: uam, enero-diciembre de 1997), 1-92.
[12] Como se dijo líneas atrás, el texto presenta la mayoría de las disertaciones que se sumaron al primer homenaje en México, en honor a Lévi-Strauss. Además de vincular el trabajo de algunos antropólogos mexicanos y radicados con el estructuralismo, el libro presenta fotos inéditas sobre la visita que Lévi-Strauss hizo en 1979 al Museo Nacional de Antropología e Historia, el Templo Mayor y el momento en el que fue galardono con el título de doctor honoris causa por la UNAM, así como la traducción de una conferencia dictada por el antropólogo en aquella universidad y la reproducción de una carta en la que justificaba su ausencia en el homenaje que en noviembre de 1984 se le brindaba.
[13] Esta discusión se entabló en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la unam; centro de investigación que meses atrás enfrentó la muerte de su fundador, el Dr. Juan Comas. Sobre la noción de “casa” en México, Marta Lamas y Armando Anaya desarrollaron propuestas sugerentes, la primera analiza el matrimonio entre los mixtecos prehispánicos y el segundo hace lo propio con los mayas. Jesús Jáuregui, María Eugenia Olavarría y Víctor M. Franco Pellotier, coords., Cultura y comunicación. Edmund Leach in memoriam (México: CIESAS / UNAM, 1991), 121-127 y 129-154.
[14] En 1969, el Anuario Indigenista publica “Función del ritual y del simbolismo sagrado en la aculturación: especialmente en relación con el ceremonial de los indios mayo”, texto pionero en las propuestas estructuralistas de Nye Ross Crumrine.
[15] Con la tesis de licenciatura: “Estructura social de los zoque-popoluca de Soteapan”.
[16] “Claude Lévi-Strauss, fundador del postestructuralismo” es el nombre de la conferencia inaugural que dictó Viveiros de Castro. María Eugenia Olavarría, Saúl Millán y Carlo Bonfiglioli, coords., Lévi-Strauss: un siglo de reflexión (México: UNAM-I / Juan Pablos Editor, 2010), 17-42.
[17] En “Una crítica al estructuralismo de Lévi-Strauss”, tacha al antropólogo de “idealista” y “metafísico”. Para Palerm, es un ejercicio inútil. Andrés Fábregas lo califica como “curiosidad reflexiva”. En un tono semejante Adolfo Sánchez Vázquez, en “Estructuralismo e historia”, da validez al análisis estructural si se aplica a las sociedades “que no evolucionan, que se repiten” y lo acusa de realizar, en el caso de las sociedades modernas, la destrucción de la historia. Giron y Jáuregui, presentación a..., 12.

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Narrativas Antropológicas, primera época, año 6, número 11, enero-junio de 2025, es una publicación electrónica semestral editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Secretaría de Cultura, Córdoba 45, col. Roma, C.P. 06700, alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, www.revistadeas.inah.gob.mx. Editor responsable: Benigno Casas de la Torre. Reservas de derechos al uso exclusivo: 04-2019-121112490400-203, otorgada por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la ultima actualización del número: Iñigo Aguilar Medina, Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, Av. San Jerónimo 880, col. San Jerónimo Lídice, alcaldía Magdalena Contreras, C.P. 10200, Ciudad de México; fecha de última actualización: 10 de enero de 2025.

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